Pese a que sucedió el segundo día del paro nacional, hasta ahora se conoce la historia del horror que vivió una agente de la Policía, a la que se le preserva la identidad.

Con la voz entrecortada, se le escucha relatar en un video lo que sucedió y dice que esta aterrorizada porque ha recibido amenazas contra su vida.

La patrullera estaba cumpliendo su labor en el oriente de Cali cuando sobre las 10:00 de la mañana de ese jueves 29 de abril quedó en medio de un enfrentamiento entre manifestantes y el Esmad, y minutos después varias personas lograron tomarse el CAI de la Policía, según cita Semana:

“La gente con rencor en sus ojos golpeaba el CAI con piedras, lo incineraban. En cuestión de segundos los manifestantes ingresaron, rompieron vidrios, forzaron la puerta, abrieron y preguntaban por las llaves de las esposas para liberar a los capturados”.

Ella se refiere a los cinco detenidos que ella y dos de sus compañeros estaban custodiando en ese momento. Además, relata, le propusieron una especie de canje para que ella les diera las llaves de las esposas y así le permitirían irse.

Luego, comenzaron a agredirla, se escucha en un fragmento del video compartido por el periodista de Blu Radio, Ricardo Ospina: “Me sacaron arrastrándome, yo rogaba por mi vida. Me sostenía de todo lado. Me sostuve del marco de la puerta pero fue inútil; eran muchos. Me tumbaron al piso al lado derecho del CAI y sin piedad comenzaron a golpearme, a insultarme; empezaron a despojarme de todas mis pertenencias“.

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Luego de eso, su historia de vuelve dramática, pues una vez en el piso comenzó el abuso:

“Uno de ellos se me sube encima, me despoja de mi guerrera (de mi uniforme). Esa persona que se encontraba encima mío me empezó a tocar por todo mi cuerpo, empezó a golpearme, empezó a besarme, a tocar mis partes íntimas. Las personas que me tenían de pies y manos me seguían golpeando por donde cayera el golpe. Uno de ellos se acerca al que estaba encima y le pasa mi tonfa (bastón) diciéndole: ‘Métale esto'”.

Además, confesó que en ese momento solo pudo pensar en su mamá: “Se me pasa por la cabeza que por cuestiones de tiempo no pude hablar con mi mamá, decirle cuánto la amaba. Pero yo seguía en pie, suplicaba por mi vida para que no me hicieran nada y les decía que se llevaran todo”.

Este fue su relato:

Luego de eso, finaliza la revista, logró escaparse y corrió hacia un vehículo que pasaba por allí. El conductor la ayudó y la dejó subirse para llevarla a un centro médico pese a que le seguían lanzando piedras, contó.

“Le agradezco mucho, por él estoy con vida. Fueron los minutos más amargos”, finalizó.

Ahora, la patrullera está recibiendo acompañamiento psicológico y médico de la institución.