Y es que todos estos trabajadores informales dedicados a las ventas callejeras coincidieron en que Bogotá se ha visto despejada, con menos gente en la calle y por ende “son pocos los que vienen a comprar“.

“Las ventas han estado bastante bajas, pero ahí vamos. Salimos todos los días a trabajar”, dice Natasha Fernández. “La gente no sale, la mercancía se le daña a uno porque no lo dejan trabajar“, agregó por su parte José Orozco. Ambos resisten junto a sus ventas callejeras pese a la escasez de compradores.

Así como vamos lo estoy sintiendo peor que la primera“, reconoce Yeimer Body por su parte, refiriéndose al nuevo pico de la pandemia de COVID-19. “Se metió diciembre con su cuestión, los pelaos, esto, lo otro, la familia. Uno quedó un poco sin dinero, los que trabajamos de esta manera, que tratamos de buscarnos el diario“, contó.

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Esta pandemia nos va a dar un poquito más duro porque nos ha cogido desprevenidamente“, prosigue Body, frente a su carro de frutas que parece recién instalado, aunque ya ha avanzado la mañana.

“Nos han estado anunciando que ha aumentado esta pandemia, pero el dinero va a bajando, que es lo que lo hace a uno salir. Si voy a durar 20 días en la casa pues vaya y venga”, agregó.

Debiendo arriendo, sin para la comida, nadie ayuda ni nada, entonces muy duro“, lamentó Orozco, quien dice haber dedicado toda su vida a las ventas en Kennedy, en el suroccidente de la capital.

“Pagamos arriendo, tenemos que pagar los servicios, pagar la carreta. Todo es pagado, todo hay que trabajarlo. Nada es gratis, si nos aíslan cómo hacemos, cómo pagamos“, insiste Fernández, que dice llevar dos meses en la capital.

Vendedores ambulantes piden a Claudia López que los ayude o les permita trabajar

Aunque todos dicen que los problemas con la Policía y con funcionarios del Distrito han sido escasos, y por mucho les piden que mantengan los cuidados, o les piden correrse de algún sitio, coinciden en su clamor a la alcaldesa Claudia López después de que se comenzaran a reinstaurar las cuarentenas y medidas de aislamiento.

Si no nos dejan trabajar que nos colaboren siquiera porque uno vive del diario, uno no tiene para pagar arriendo, no tiene uno para comer. Uno encerrado sin comida y sin nada. le toca a uno tirarse a la calle así sea a la brava”, implora Orozco.

“Vivimos de esto y comemos de esto. Encerrados y sin comida nos vamos a morir de hambre. Ni los leones los aguantan así”, concluye Body.