No es frecuente que los mundos del deporte y la política se crucen, pues los deportistas se cuidan mucho de exponerse a ser encasillados en tendencias o movimientos políticos. Cuando son famosos, saben que una palabra o incluso un gesto a favor de un político o actividad será visto por sus seguidores como un guiño a favor de algo o de alguien.

Se cuidan porque saben que ejercen una poderosa influencia sobre, principalmente, los jóvenes. Y, aunque algunos deportistas han incluso incursionado en la política, particularmente los integrantes de la Selección Colombia se han caracterizado por guardar un prudente silencio sobre sus preferencias políticas.

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De hecho, en Colombia se abrió un amplio debate a mediados de este año porque el caricaturista Matador desplegó una fuerte campaña contra los futbolistas de la Selección, que participaba en la Copa América, a los que calificó de “vendidos”, “tibios” y “fajardistas” por no pronunciarse como él quería frente al paro nacional.

Desde hace mucho tiempo la camiseta de la Selección se ha convertido en un símbolo de neutralidad. Cuando juega la ‘tricolor’, la mayoría de colombianos la visten, principalmente la amarilla (también las hay azules y rojas), despojándose de sus preferencias políticas.

En otras palabras, muy pocos piensan en política (salvo, quizá, los políticos) cuando juega la Selección y se vuelve moda la camiseta. Esa es la particularidad de la prenda. Es factor y símbolo indiscutible de unidad nacional. Pero cuando la visten o la lucen los políticos en campaña…

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En las últimas horas, la senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal mostró en su cuenta de Twitter el “hermoso regalo” que le hizo el volante de la Selección Colombia Gustavo Cuéllar, que juega con el número 8.

Hasta ahora, no se sabe si Cuéllar, que juega en el Al-Hilal, de la liga profesional de Arabia Saudita, le hizo ese obsequio a la política con el propósito de que ella se lo contara al país, o si fue un detalle reservado como muestra del cariño que puede profesar por ella.

En todo caso, la camiseta de un integrante activo de las Selección Colombia en manos de una política, en el contexto de una fecha Fifa, y en el contexto también de una activa campaña por la presidencia de Colombia, despierta más de una suspicacia. Alguien quiere meter un gol.