
Apenas seis días después de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos, el mandatario norteamericano le impuso a Colombia las más duras sanciones diplomáticas y económicas, no vistas antes en los 200 años de relación entre los dos países. En lo económico, ubicó a Colombia en la lista de naciones a las que les subiría los aranceles como México y China; y en lo diplomático, la mandó a un lugar en el que están pocas naciones en el mundo a cuyos gobiernos enteros les prohibió el ingreso a Estados Unidos.
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La situación derivó de unas medidas que Trump anunció en su discurso de posesión y que, visto lo ocurrido, el presiente Petro o no creyó o esperó para hacer su siguiente movida internacional: se negó a recibir dos vuelos, que ya había autorizado, con 120 colombianos deportados. Pocas horas después, intentó corregir semejante error (está obligado a recibir los deportados de otro país, pues, entre otras cosas, así les niega a los colombianos su derecho a una patria), diciendo que para traer a los colombianos ponía a disposición el avión presidencial.
Pero ya fue tarde. Al enterarse, el mandatario estadounidense ordenó imponer aranceles a todos los productos de Colombia y les negó la visa a Petro, a los integrantes de su Gobierno, a sus familiares y a los integrantes de los partidos a los que pertenecen. Bien lo dijo el recién posesionado secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio: “El presidente Trump ha dejado en claro que, bajo su administración, ya no se mentirá a Estados Unidos ni se aprovecharán de él. Es responsabilidad de cada nación recuperar a sus ciudadanos que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos de manera seria y expedita”.
Subrayó que el presidente Petro había autorizado los vuelos y “proporcionado todas las autorizaciones necesarias, pero luego canceló su autorización cuando los aviones ya estaban en el aire. Como lo demuestran las acciones de hoy, somos inquebrantables en nuestro compromiso de poner fin a la inmigración ilegal y reforzar la seguridad fronteriza de Estados Unidos”. Un detalle adicional (y grave) es que el presidente Petro se quejó de que los colombianos venían en aviones militares, pero después se supo que era una nave civil, un Airbus A321 de la aerolínea GlobalX.
De hecho, una de las principales fallas del mandatario colombiano, por su adicción a la red social X, es haber continuado con su diplomacia por ese medio. Anunció su decisión en un trino, y por ahí mismo le respondió al presidente Trump, en un extenso texto en el que dice, de nuevo, que lo quieren tumbar, y en el que pasa de los faraones egipcios a los aborígenes de la serranía de Chiribiquete (entre Guaviare y Caquetá), con un descuidado trato que alterna el usteo con el tuteo, lo que demuestra que dispara palabras sin pensar y quizá sin admitir la más mínima mirada de corrección que le pueda sugerir las fallas de forma. Las de fondo, imposible.
Qué le dijo Gustavo Petro a Donald Trump
Pese a la gravedad de la situación, el presidente Gustavo Petro comenzó su mensaje con un aire de sobradez y suficiencia que no se compadece con el talante de las relaciones que sostiene Colombia con su principal socio comercial: “Trump, a mi [sic] no me gusta mucho viajar a los EEUU [sic], es un poco aburridor, pero confieso que hay cosas meritorias […]”. También apeló a menciones triviales que riñen con lo delicado del tema: “[…] Confieso que me gusta Walt Withman y Paul Simon y Noam Chomsky y Miller. Confieso que Sacco y Vanzetti, que tienen mi sangre, en la historia de los EEUU, son memorables y les sigo […]”.
Después pasó al discurso que ya se le conoce sobre los hidrocarburos: “No me gusta su petroleo [sic], Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia”. Y, en un pretendido tono amable, con un mezclador imaginario, revuelve en el vaso del crudo un poco de trago con una pizca de racismo maniqueo: “Quizás algún día, junto a un trago de Whisky qué [sic] acepto, a pesar de mi gastritis, podamos hablar francamente de esto, pero es difícil porque usted me considera una raza inferior y no lo soy, ni ningún colombiano”.
De inmediato, el presidente Petro le dio un giro a su mensaje y habló de sí mismo y del fantasma que lo persigue prácticamente desde que llegó a la Casa de Nariño, y se expuso como es: “Así que si conoce alguien terco, ese soy yo, punto. Puede con su fuerza económica y su soberbia intentar dar un golpe de estado como hicieron con Allende”. Y, como hace con sus seguidores, se mostró ante Trump como una víctima: “Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted. No quiero esclavistas al lado de Colombia, ya tuvimos muchos y nos liberamos”.




Es tan abigarrado el mensaje del presidente Petro que pasó sin más a las fantasías garciamarquianas: “[…] Esta es la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero tambien [sic] de los coroneles Aurelianos Buendía”. Y terminó este pasaje de su trino autocalificándose como uno de esos coroneles: “Soy uno de ellos, quizás el último”. Es conocido públicamente que el presidente Petro, durante su militancia en el M-19, utilizó el alias de ‘Aureliano’.
Apeló también al tono del caudillo que ha hablado de golpe de Estado y de constituyente, para decirle al presidente de Estados Unidos con aire poético: “Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que es antes del tuyo, en las Américas. Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad. A usted no le gusta nuestra libertad, vale. Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos. Estrecho las manos de los blancos libertarios herederos de Lincoln y de los muchachos campesinos negros y blancos de los EEUU […]”.
De ahí pasó a la idea de mestizaje, y para hablar de eso elucubró de manera tan abarcadora que realmente dijo poco, pues todos los pueblos del mundo tienen como origen a las primeras grandes civilizaciones del planeta: “[…] Nuestra sangre viene de la sangre del califato de Córdoba, la civilización en ese entonces, de los latinos romanos del mediterráneo [sic], la civilización de ese entonces, que fundaron la república, la democracia en Atenas; nuestra sangre tiene los resistentes negros convertidos en esclavos por ustedes. […]. Mi tierra es de orfebrería existente en época de los faraones egipcios, y de los primeros artistas del mundo en Chiribiquete”.
Todo para responderle a Trump que también impondrá aranceles a los productos de Estados Unidos, con lo cual se agudiza la relación entre los dos países con consecuencias todavía impredecibles. Colombia, hasta ahora, no estaba en las prioridades de la administración de Trump, pero el presidente Petro consiguió que así fuera, pero de manera negativa.
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