“Nos proponemos, por tanto, que nuestro equipo diplomático, en consulados y embajadas, sea mucho más profesional. Todos sabemos que la diplomacia colombiana falla, es incompetente e incapaz, guardadas la excepciones. Y esa incapacidad se puede llenar con unos equipos más profesionales, con quienes hayan estudiado, quienes estén en la carrera diplomática. Que quienes hayan acumulado saberes específicos alrededor de las relaciones internacionales puedan acceder a los cargos y no simplemente, como ocurre hoy, que llegan los hijos de los presidentes, los amigos y las amigas de la clase política, algunos incursos en corrupción”. Estas palabras fueron pronunciadas por Gustavo Petro en medio de la más reciente campaña presidencial, en la que salió vencedor, y estas mismas son las que le están cobrando hoy por sus más recientes nombramientos en el servicio diplomático.

Hace unos días se conocieron las más recientes designaciones del Ejecutivo para el cuerpo diplomático y el rechazo no se hizo esperar. Moisés Ninco Daza será el nuevo embajador ante México y Andrés Hernández será cónsul en dicho país. Aún no existe decreto de nombramiento, pero ambos salen en redes sociales con el canciller Álvaro Leyva visitando las sedes de la representación colombiana en ese país. Ninguno de los dos es de carrera diplomática, pero lo que más ha despertado la indignación es que no tienen una trayectoria que haga pensar que pueden desempeñar a cabalidad la representación colombiana. Ninco Daza ni siquiera cumple con el requisito de tener un grado profesional, porque la Universidad Sergio Arboleda lo bloqueó. Los mayores logros del nuevo embajador y el nuevo cónsul para su designación son haber sido parte del equipo de comunicaciones de Gustavo Petro desde hace varios años.

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Sin bien el tema diplomático ha pasado un tanto desapercibido ante otros, como la reforma tributaria o la paz total, esto no impidió que el Gobierno hiciera en este apartado algunas de sus promesas más ambiciosas. “Con la ayuda de ustedes, porque le vamos a dar preferencia a la carrera diplomática, esto no es para la clase política, esto no es para regalarlo, es para gozar de todos los conocimientos de ustedes, enriquecidos con esta nueva visión que podemos darle una presentación diferente a Colombia”, fue el compromiso del canciller Leyva con los funcionarios de carrera. Incluso, el pasado viernes trató de reivindicar dicho compromiso al decir en redes sociales que se había superado con creces el mínimo del 20 % de diplomáticos de carrera en embajadas: “Hoy me complace informar que, tras 100 días de gestión, el 40 % ha alcanzado la designación (embajadores de carrera diplomática)”, trinó.

No obstante, esta información es rebatida por algunos, como la profesora e internacionalista Sandra Borda, quien llegó a decir que solo han sido tres nombramientos de embajadores de carrera los que han venido por decisión del Gobierno, el resto vendría del gobierno de Iván Duque. Es más, si se entran a mirar los nombramientos oficiales de la administración Petro en cuanto a embajadas, las cifras dadas por Leyva no suenan tan halagadoras. Petro ha nombrado en total a 22 embajadores en estos tres meses de mandato. De estos, solo seis han sido de carrera y 16 son a provisionalidad, lo que implica que no vienen de la carrera diplomática. Esto quiere decir que solo el 27 % son de origen diplomático y el resto tendría un contexto político. Si se eliminan los nombramientos en la ONU, la OEA, la OCDE y similares, se podría decir que el panorama no cambia mucho, pues igual son 11 nombramientos provisionales, lo que se traduce en que solo el 35 % de los designados por el Gobierno son de carrera.

Nombramientos de embajadores:

Las internacionalistas Sandra Borda y Teresa Aya, esta última exdirectora de la Academia Diplomática de la Cancillería, coinciden en que ser o no de carrera no es garantía de una buena o mala labor. Ambas señalaron que el punto es que los que no vengan de carrera sean idóneos, pero esto no estaría ocurriendo. “No puede nombrarse a cualquiera. Que atiendan los mínimos en ese país, así no sea de carrera, pero no está pasando. Por el contrario, se está utilizando para pagar favores o sacar a alguien del camino y eso no es la carrera diplomática”, expresó Aya, en lo que Borda tuvo varias coincidencias: “La lógica de los nombramientos que no son de carrera es que sepan del tema y puedan aportar algo al servicio exterior. Han nombrado poca gente de carrera y son nombramientos políticos en los que uno no entiende el nivel de experiencia”.

Como se dijo antes, muchos son los nombramientos que no son de carrera y en muchos de ellos no se ve la experticia necesaria. Borda prendió las alarmas en muchos de ellos, pero destacó algunos, como el de Luis Gilberto Murillo en Estados Unidos, pues conoce Washington muy bien. También celebró las designaciones ante la representación de la ONU en Nueva York: Leonor Zalabata y Arlene Tickner. Ninguna de las dos viene de la carrera diplomática, pero la primera da un mensaje importante frente a las comunidades indígenas y la segunda es una experta en el plano internacional que puede compensar las posibles falencias de Zalabata. En la representación ante la OEA se nombró a Luis Ernesto Vargas, que conoce el Sistema Interamericano, pues estuvo en la CIDH, y así hay otros nombramientos ajenos al escalafón diplomático que demuestran en su hoja de vida la razón de haber sido nombrados en sus cargos.

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En cambio, hay otros nombramientos de embajadores que generan dudas. En Nicaragua, Venezuela y Argentina se ve una clara inclinación política con los excongresistas León Freddy Muñoz, Armando Benedetti y Camilo Romero liderando dichas delegaciones. Incluso, algunos ya han llegado a criticar a Benedetti por no saber mantener las formas y mostrar una cercanía mayor con Nicolás Maduro a la que le correspondería. En un camino parecido están los cuestionamientos a designaciones como la del empresario Eduardo Ávila (España), Ligia Margarita Quessep (Italia), Elizabeth García (Bolivia) y el de Moisés Ninco Daza (México). Quessep no tendría la trayectoria diplomática y su nombramiento vendría por su cercanía con la primera dama, Verónica Alcocer. García tuvo que salir del país por la violencia y se ha dicho que su nombramiento se dio por su cercanía a Francia Márquez. Además, una investigación del portal Cuestión Pública deja ver que no tendría los títulos suficientes para asumir dicho cargo.

En cuanto a Ávila y Daza, la decisión vendría por su cercanía con el presidente Gustavo Petro. En estos dos casos debe hacerse una mención especial debido a que, al revisar los actuales nombramientos, se observa que se han designado a la embajada de España y a la de México a dos ministros plenipotenciarios que realmente están en el escalafón de embajadores. Esto se hace con el objetivo de suplir las muy probables deficiencias que traigan los nombramientos políticos en el cargo. El problema radica en que esto genera un detrimento al erario, pues no solo tienen que darle a los dos jefes de misión (Ávila y Daza) el sueldo de embajador y todos los beneficios (vivienda, vehículos y más) que corresponde, sino que se tiene que dar lo mismo a los que están en el escalafón en ese mismo nivel, así ejerzan un cargo de rango menor como es el de ministro plenipotenciario. Incluso, según fuentes de la misma Cancillería, tienen un subsidio especial de vivienda por su grado.

El tema no solo pasa por las designaciones de embajadores. Muchos cargos suplidos en las sedes diplomáticas del mundo tienen una clara línea política y dejan dudas de su experiencia. Por ejemplo, el general de la Policía (r) William Salamanca, que llegó a sonar para ministro de Defensa, fue nombrado cónsul en Estados Unidos, cuando su máximo conocimiento diplomático son algunos estudios. En este listado también figuran los nombramientos de Vivian Alejandra López como segunda secretaria en Argentina y Sandra Lorena Arboleda como consejera en Venezuela. La primera ha desarrollado buena parte de su trabajo de la mano de Camilo Romero, por lo que esta sería la razón de su llegada a la misión en el sur del continente. En cuanto a Arboleda, que tiene maestría en temas internacionales, hizo parte del equipo de comunicaciones de la campaña de Gustavo Petro.

Además de cónsules y embajadores, hay 15 nombramientos que no vienen de carrera (cuatro ministros consejeros, cinco consejeros, tres primeros secretarios y tres segundos secretarios). En estos se encuentran algunos perfiles llamativos en los que es notorio que los embajadores se llevan a sus personas de confianza, aun sin tener experiencia suficiente: además de los mencionados están Paola Andrea Vásquez en la embajada en Estados Unidos y Óscar Iván Muñoz en la de Nicaragua. En los nombramientos hechos en España se observan varios perfiles designados como ministros consejeros y otros cargos similares en los que no hay antecedentes de trabajo diplomático. Eso sí, se evidencia que en las presidenciales hicieron amplia campaña por Gustavo Petro. Por ejemplo, Gillian Maghmud Galindo, designada en el consulado de Valencia, fue una pieza fundamental en la campaña en Europa.

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Una radiografía del servicio diplomático

Como se dijo al principio de este artículo, el presidente y su canciller se comprometieron a darle prelación al servicio diplomático, pero no ha sido así. Aunque si se reúnen todos los nombramientos relacionados con Cancillería se tiene que 56 son de carrera y 34 no lo son, lo cierto es que la mayoría de estos son reubicaciones por alternación, que normalmente se dan en mayo y en noviembre. Por otro lado, varios sectores han llamado la atención frente al posible incumplimiento del presidente Petro. Desde Unidiplo, sindicato gremial de la Cancillería, han expresado en varias ocasiones su preocupación por las designaciones. “El presidente es la cabeza de las relaciones internacionales. Seguimos todos los lineamientos del Gobierno, pero nuestra preocupación es precisamente sobre esas personas que van a llevar la política exterior. No hablamos solo de embajadores sino los otros cargos”, expresó la cónsul María Angélica García, presidenta de Unidiplo.

García comentó a este periódico que entiende que se hagan nombramientos por fuera de la carrera, pero al mismo tiempo llamó la atención sobre estos, pues no estarían en capacidad de atender todos los temas que debe asumir una misión diplomática: “No solo son temas políticos sino temas económicos, culturales y más. Todo esto no se aprende en una inducción. La diplomacia no se improvisa”. La cabeza del sindicato llamó la atención de que se está convirtiendo en regla la provisionalidad y hasta se le están guardando cupos que deberían estar disponibles para los de carrera: “Solo se habla de plazas muy específicas y otras plazas se las dieron para los provisionales. Se guardan esas plazas y no se las ofrecen a los diplomáticos de carrera”.

La cónsul también cuestionó que para ser embajador se necesita estar por más de 25 años en la carrera, hablar varios idiomas y pasar varios exámenes, mientras que las designaciones presidenciales están poniendo a personas que ni siquiera culminaron sus estudios universitarios: “El presidente tiene la potestad de nombrar a alguien por fuera, pero debería tener experiencia relacionada, estudios de pregrado y posgrado, debe escribir y hablar inglés. Nuestro llamado es a cumplir esto que hay en la ley”. En este sentido, advirtió que los nombramientos sin experiencia pueden impactar en la política exterior, puesto que son personas que no manejan el detalle del oficio y pueden afectar los objetivos de política exterior.

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El llamado de alerta también vino de expertas en el campo como Sandra Borda y Teresa Aya. Como dijeron antes, que el designado no sea de la carrera no implica una mala labor diplomática. No obstante, Aya señaló que uno de los grandes problemas viene de que Petro hizo muchas promesas sobre el servicio diplomático que no está cumpliendo. Además de poner reparos a los nombramientos, señaló que esta tendencia termina debilitando la carrera diplomática, pues se hace poco atractiva si hay otras formas de acceder a los cargos. En un sentido parecido, señaló que también se genera un problema para las representaciones del país en el mundo, pues muchas veces se crean círculos de embajadores de carrera y excluyen a los que no son diplomáticos profesionales. “Se cumplen 100 años de la carrera que no se puede tirar por la borda. Si falta gente, que se consiga idóneos con las mismas condiciones”, concluyó Aya.

Para Borda, el problema es que los nombramientos que se han hecho poco saben de la carrera diplomática. Además, expresó que el país está quedando mal a escala internacional y usó como ejemplo el caso de Francia. En esa embajada se habría buscado poner a Álex Vernot, condenado por soborno en el caso Hyundai, y al no ser posible se intentó nombrar a su esposa, pero sus credenciales no fueron aceptadas por el gobierno de París. También señaló el caso de Brasil, donde se habría tumbado el nombramiento de un embajador de carrera para ubicar a Guillermo Rivera. “Están cometiendo todos los errores posibles en la carrera diplomática”, aseveró la académica, quien concluyó: “La carrera diplomática tiene funcionarios buenos y malos. Los procesos de formación son buenos. Por malo que sea un funcionario de carrera, debe saber más de política exterior que los que están nombrando políticamente”.