
Al finalizar la semana pasada, el consejero comisionado de paz Otty Patiño le dio una noticia triste al país: los diálogos con el Eln “están agonizando”. Ante semejante afirmación, los colombianos no pudieron evitar el recuerdo de lo que dijo Gustavo Petro cuando estaba en campaña: “A los tres meses de ser presidente, se acaba el Eln en Colombia porque hace la paz”.
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Esa afirmación la tendrá que cargar el mandatario cada vez que se evalúe el proceso con esa guerrilla, con la que hasta ahora se avanzó en una mesa de diálogos y se pactó un cese al fuego bilateral, nacional y temporal (el primero, eso sí, que se consiguió con esa organización armada). Pero hoy, después de dos primeros años de Gobierno, nada queda de eso.
Otty Patiño dice que diálogo con Eln “está agonizando”
“No ha habido respuesta a los llamados que les hemos hecho. [El diálogo] Está agonizando […]; ellos son los únicos que le pueden poner oxígeno, pero no poniendo bombas, matando gente ni atacando oleoductos”, advirtió Patiño, en alusión a las más recientes acciones terroristas del Eln, que eran previsibles después del 23 de agosto, día que le dio de ‘plazo’ esa guerrilla al Gobierno para que la sacara de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO), algo que no ocurrió porque para hacerlo necesitaría primero tramitar una ley en el Congreso.
Así como sobre el presidente Petro pesan la promesa que hizo en campaña y su proyecto más amplio de “paz total”, el Eln carga con el estigma —que hasta ahora no se ha podido quitar de encima— de que lo suyo no es hablar de paz, así la invoque en las peroratas de sus demagógicos jefes. Su renuencia a dejar las armas y las acciones violentas se constata con una breve revisión histórica.
Con esa guerrilla también hubo intentos de paz en los gobiernos de Alfonso López (en el que estuvo a punto de ser aniquilada por el Ejército Nacional en la ‘Operación Anorí’), César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos. Incluso en el gobierno de Álvaro Uribe hubo exploraciones en Cuba y Venezuela. Pero ningún intentó llegó a buen puerto porque el Eln siempre encontró una razón para abandonarlo.
Se ha pensado que esa historia pudiera cambiar con el presidente Petro, primer mandatario de izquierda en Colombia, con quien se creyó que el Eln ya no podría poner cortapisas a un proceso de paz, y cuyo triunfo también demostró que para acceder al poder y a la dirección del Estado no es necesario tomárselo con las armas, principal método de las guerrillas de corte socialista.
Pero no ha sido así, y el problema para el presidente Petro es más grande en la medida en que, a diferencia de sus antecesores que tuvieron tratativas con el Eln sin éxito, él, por primera vez, convirtió la búsqueda de la paz en Colombia en una política de Estado bajo el ambicioso rótulo de “paz total”, plasmada en una ley que le permite al mandatario comenzar procesos de paz con todos los actores armados y así intentar ponerle fin al conflicto armado de décadas.
La ley es tan amplia que posibilita no solo negociar con grupos armados como el Eln, sino con otros cuya condición política es cuestionada, del calibre de las disidencias de las Farc (las de alias ‘Iván Mordisco’ y las de alias ‘Iván Márquez’); y con bandas criminales como el ‘Clan del Golfo’, que se resiste a ser tratada como tal y busca que le den estatus político, para negociar y no someterse a la justicia con algunos beneficios, como corresponde.
“Paz total” de Gustavo Petro, en problemas
Con todos esos actores armados los procesos tienen diversos niveles de avance, pero el que se llevaba con el Eln parece estar casi extinguido, a juzgar por las palabras del comisionado Patiño, para quien simplemente “está agonizando”. Si es así, también se vería seriamente afectada la “paz total” del presidente Petro (habría que ver si también está “agonizando”), pues si el Eln se queda por fuera, a la política de paz de este Gobierno se le caería la amplia etiqueta de “total”.
Así, en lo formal, en el mundo de las definiciones, si el Eln se queda por fuera, simplemente ya no habría “paz total”, pese a que el presidente Petro consiguiera consolidar los procesos con los demás grupos armados. No se entiende que a algo que se considera “total” le falte una parte o deje por fuera un pedazo. En conclusión, técnicamente, la “paz total” en su englobante concepción también estaría “agonizando”, como dijo el comisionado Patiño del proceso con el Eln.




Eso lo sabe bien el Eln. Su jefe, Eliécer Herlinto Chamorro Acosta, alias ‘Antonio García’, al darle un ultimátum al Gobierno para que los sacara de la lista de GAO, advirtió que, de no ocurrir eso, “la mesa de negociación no sólo se congelará sino que, es posible, que se levanten, fracturando el tronco central de la Paz Total”. Es decir que esa guerrilla se considera el “tronco central” de la “paz total” del presidente Petro.
Otra lapidaria declaración de Patiño que refleja la crítica situación del proceso con el Eln fue la que dio poniendo por delante la consabida buena voluntad del Ejecutivo: “El Gobierno nunca desistirá de los caminos hacia la paz, pero si la otra parte desiste, pues no se puede hacer nada más. El Eln no quiso hacerlo, tuvo oportunidades y no ha querido”, dijo.
Sin embargo, al presidente Petro le quedan escasos dos años de gobierno y todavía tiene margen de maniobra para reanudar el proceso con el Eln. Pero quizá no a través del comisionado Patiño, a quien esa guerrilla acusa de estar “buscando hacer negocios […]”. También dijo que “lo que hoy se cuece” con él “es la más lamentable expresión de corrupción mafiosa que hace de la paz un negocio”.
Por eso, resulta poco probable que esa organización tome la iniciativa para hablar, como esperan Patiño, Vera Grabe (jefa negociadora del Gobierno) e Iván Cepeda (miembro de la delegación del Gobierno), quienes aseguraron que los canales de comunicación con el Eln estaban abiertos y que la crisis se superaría rápidamente. El tiempo pasa y la “paz total” de Gustavo Petro corre el riesgo de “agonizar” al lado del proceso con esa guerrilla.
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