No sabe si vino a morir en Colombia, en su casa de la calle Perú, en el barrio Boston de Medellín, pero lo que sí está seguro es que regresó al país para “ajustar cuentas” con una larga lista de “hijueputas miserables” que gobiernan y a la sociedad que los alcahuetea, confesó a El Espectador.

El periódico agrega que Vallejo va a mitad de un libro que suena a ser una descarga contra la inmoralidad pública de los colombianos o lo que es mejor, según dijo el autor de la ‘Virgen de los sicarios’, a “las ganas de joder a los despreciables que están detrás del botín del poder”.

“Es indignante que este don nadie que tenemos de presidente, que no ha hecho más en la vida que mamar de la teta pública, que no tiene cultura para ver y presidir el destino de 48 millones de personas, llegue con su asqueroso ministro de Hacienda a querer subir los impuestos, para cargarles todo a los que los pagan y al resto de la pobrería asquerosa que no se quiere superar, sino vivir de fiesta en fiesta con la ley Emiliani, sentados en sus culos viendo fútbol”, afirmó a El Espectador el escritor de 76 años.

Así es su acostumbrada forma de hablar acerca de los contrasentidos de la sociedad colombiana y que han hecho del país una nación, según él, de asesinos, atropelladores, mezquinos e imbéciles.

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No obstante, Vallejo cree que a pesar de sus posturas reaccionarias, anticlericales (“el nivel máximo en el que puedo insultar es a Dios”), insolentes e incómodas, la mayoría de los colombianos no lo odian, ni lo agreden y sospecha que los jóvenes tampoco lo hacen.

Es más, considera que Álvaro Uribe o Gustavo Petro “no tienen problemas conmigo porque no se meten en lo que no les importa, porque no leen” sus libros y sus frases “cada vez más concisas e insidiosas”, manifestó a El Espectador.