Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Gustavo Arbelaez   Ago 21, 2023 - 7:43 am
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Para distinguir si un disidente de las Farc, del frente 36, ostenta el rango de comandante, no basta con conocer su ferocidad o la extensión de su prontuario. Lo que en últimas certifica su posición en la jerarquía criminal, es si porta en la pretina una destructiva ‘FiveSeven’, más conocida en el bajo mundo como ‘la pistola matapolicías’ y con la que ejecutaría, el ‘plan pistola’.

Esta arma, diseñada en Bélgica por la empresa FN Herstal, se ha convertido en una especie de insignia en la agrupación terrorista, que no solo refleja el estatus de un integrante, sino el nivel de confianza que sus superiores depositan en él.

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En esa estructura, que delinque en el Norte y el Nordeste de Antioquia, solo los altos mandos y algunos jefes de comisiones la portan; a los demás les asignan, como armas de mano, las tradicionales pistolas 9 milímetros y los revólveres de calibre 38, según fuentes de Inteligencia. En el departamento, al 17 de agosto iban 40 policías muertos.

La FiveSeven dispara municiones de calibre 5.7 por 28 milímetros, capaces de atravesar los chalecos blindados que usa la Fuerza Pública, y las cuales no son compatibles con los proveedores de otras pistolas. Esto la convierte no solo es un artefacto altamente letal, sino exclusivo y hasta de lujo, pues las balas son más difíciles de conseguir.

Su uso en Latinoamérica fue popularizado por los carteles mexicanos de la droga, que tienen a su país sumergido en un río de sangre desde 2006. Fueron ellos quienes la bautizaron “la matapolicías”. ¿Pero cómo fue que esta máquina de muerte fue introducida al mercado colombiano?

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La ruta de importación

EL COLOMBIANO, que ha venido investigando las redes de tráfico de armas de fuego desde hace una década, encontró que el primer lote de 60 pistolas ingresó a Antioquia en un embarque recibido en el puerto de Turbo, en 2009. Se trató de un intercambio de armas por cocaína, entre el cartel de Sinaloa y sus socios de “la Oficina” y el Clan del Golfo.

Algunas de esas pistolas tenían una peculiaridad: su introducción ilegal a México fue consentida por la ATF, la oficina del Gobierno estadounidense que regula el comercio de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos.

Dicha agencia instaló dispositivos de localización en 2.500 armas de distinta clase, con el objetivo de rastrear la ruta clandestina que usaban los mafiosos mexicanos para importarlas desde EE.UU. Sin embargo, la denominada ‘Operación Rápido y Furioso’ fue un fracaso, pues por obra de la corrupción no lograron identificar a los traficantes y el arsenal terminó en manos de los narcos.

Una vez ingresadas a Colombia, las FiveSeven se convirtieron en un estandarte de lujo, que se distribuyó entre los jefes de ‘La oficina’ y el Clan del Golfo. Algunos de ellos las compartieron con sus socios y proveedores de cocaína, y fue así como llegaron a las huestes del frente 36, entre 2010 y 2011.

Esta estructura guerrillera, comandada en ese entonces por Ovidio Mesa (“Ánderson”), era una de las mayores narcotraficantes de las Farc.

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Los “elegidos” de la FiveSeven

Uno de los milicianos más importantes del frente era el joven Ricardo Ayala Orrego (“Cabuyo”), quien se encargaba de la logística de la organización en el municipio de Briceño.

Era un ferviente coleccionista de armas, según los allegados, y se encariñó con el artefacto belga.

Cuando el frente se desmovilizó en 2017, y él conformó una disidencia con puros jóvenes menores de 30 años, retomó la tradición de las FiveSeven y a varios traficantes de confianza les encargó su importación.

Investigaciones de la Policía apuntan a que las pistolas son compradas en tiendas de Miami, EE.UU., donde su venta es legal, y luego enviadas a Colombia de forma clandestina, camufladas en autopartes, electrodomésticos y maquinaria industrial.

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Algunos despachos hacen tránsito por Panamá y Venezuela, e ingresan después por tierra en vehículos con caletas.

Luego de escapar a once operaciones en su contra, “Cabuyo” murió en un tiroteo contra el Ejército en una finca de Barbosa, el 10 de junio de 2022. Les disparó a los comandos con su FiveSeven, pero un proyectil le atravesó la mano y el mango de la pistola, derribándosela. Segundos después, una ráfaga decretó su final.

El mando de la facción fue asumido por su primo Édgar Orrego Arango (“Firu”), quien heredó una pistola para él y se aseguró de distribuir las otras en su círculo más cercano.

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Pese al estatus que ello significa, la experiencia ha demostrado que poseer una FiveSeven es al mismo tiempo una maldición, pues sus portadores en poco tiempo encuentran la muerte o la cárcel.

El 5 de agosto de 2022 los policías de la Dijín capturaron a Julián García Hernández (“Lagarto”), en Carolina del Príncipe. Fue sicario y escolta de confianza de “Cabuyo”, por lo que andaba con una de estas armas, y ahora fungía como jefe de comisión en Angostura, Anorí, Guadalupe y Campamento.

Y el 17 de julio de 2023, en un combate con el Ejército en Ituango, murió Yeverson Peña (“Primo Rogli”), el comandante de la compañía Mixta Santa Rita, una subestructura que integra combatientes de los frentes 18 y 36. En la escena fue decomisada su FiveSeven negra con mira láser.

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Según los más recientes informes de Inteligencia, otro de los portadores es conocido con el mote de “Guillermino”.

Las agencias de seguridad creen que él es el responsable del doble homicidio de los policías Juan Manuel Álvarez Díaz y Daniel David Ochoa Casarrubio, acribillados a una cuadra del parque de Anorí, en la madrugada del 18 de mayo de 2022. Desde entonces quedó en la mira de la justicia. ¿Cuánto tiempo le quedará, antes de que lo alcance la maldición de la FiveSeven?

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