Polémica causó en redes sociales una actividad que la Secretaría de la Juventud llevó a cabo este fin de semana en el Parque Norte, durante el festival musical La Solar. Como parte de la estrategia “Consumos conscientes”, algunos de los asistentes podían entregar sustancias psicoactivas que llevaron al sitio, para que fueran sometidas a testeos o análisis colorimétricos que permiten saber los componentes de las drogas.

Según la Alcaldía de Medellín, La Solar fue el primer evento masivo de este año en el que implementaron la iniciativa: le hicieron testeo colorimétrico a 165 muestras entregadas por asistentes y orientaron a 220 personas sobre consumo de sustancias alucinógenas. El objetivo, explicó Santiago Bedoya, secretario de la Juventud, es poner la información al servicio de los jóvenes, para que conozcan los riesgos y daños que trae el consumo, sin “criminalizar y reprimir el ejercicio de sus libertades y autonomía”.

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Pues la iniciativa no cayó del todo bien. Varias personas en redes sociales la vieron como una apología al consumo de drogas en los jóvenes.

“Entiendo que se busque que los jóvenes consuman algo de ‘calidad’ y que no les genere mayores riesgo. Pero esa iniciativa dejénsela a los organizadores privados. Ustedes enfóquense en otras estrategias de prevención, ¡No inciten a consumir!”, fue el comentario de Augusto Arango, uno de los usuarios que opinó al respecto, muy similar al de otros que creen que con esto no se están ejecutando acciones de prevención ante el consumo.

¿Qué dicen los expertos?

Contrastan las opiniones de usuarios en redes sociales, con las visiones de varios expertos en el tema, quienes defendieron la iniciativa y explicaron que no es una idea nueva en el país, pues desde hace varios años se desarrolla como un componente de salud pública clave en varios países.

Lo primero que es necesario aclarar, en el concepto de Jaime Restrepo Chavarriaga –toxicólogo clínico de la Universidad de Antioquia y Carisma– es que este tipo de espacios no busca bajo ninguna circunstancia incentivar el consumo y que su efecto positivo se mide principalmente en la reducción de los riesgos a los que se ven expuestas las personas consumidoras.

El objetivo, recalca Restrepo, es que las personas tengan la información suficiente previa al consumo. Saber, por ejemplo, si lo que tiene en sus manos es, efectivamente, éxtasis y en ese caso qué síntomas o efectos debe esperar, o si por el contrario es butilona o tiene alguna sustancia contaminante y cuáles serían los impactos en el organismo si decide consumirla.

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Esta información, reitera, debe hacer la diferencia en la decisión que toma la persona porque tiene certeza de qué es lo que está a punto de consumir. Para el toxicólogo también es fundamental hacer énfasis en que el testeo no avala el consumo de ninguna droga, aun cuando arroje que no esté alterada.

En esa misma vía apunta Julián Andrés Quintero, quien lidera desde hace 15 años la gestión e implementación de proyectos en reducción de riesgo y mitigación de daño en consumo de sustancias psicoactivas (PSA) desde la organización Acción Técnica Social.

Quintero, junto a su equipo de Échele Cabeza, estructuró y diseñó el proyecto de la Alcaldía de Medellín para reducción de riesgo y daños en consumo de PSA entre los jóvenes de la ciudad.

Explica dos cosas: primero, desmiente que estos sean espacios que incentiven el consumo, pues se hacen siempre en contextos donde las personas mayores de edad ya tienen sustancias en su poder y decidieron usarlas. Lo segundo es que los testeos son apenas la puerta de entrada a una estrategia más compleja que incluye asesorías a profundidad en las que se aborda con las personas cuáles son sus predisposiciones físicas, biológicas; si usan otro tipo de medicamentos o cuál es su estado de salud mental.

Esto tiene que desarrollarse, apunta Quintero, con un equipo muy capacitado en toxicología y manejo de crisis: médicos, enfermeros y toxicólogos.

Aclarada la pertinencia de esta estrategia, Quintero señala que lo que verdaderamente debería generar una reflexión ante la iniciativa que adelantó la Alcaldía en el evento La Solar es si lo hizo de acuerdo a los estándares internacionales.

Y es que, a pesar de que Échele Cabeza estructuró el proyecto de la Alcaldía a finales de 2021, el entonces secretario Alejandro Matta le comunicó a Quintero que no podían ejecutar el proyecto, pues aunque son los más idóneos técnicamente para hacerlo, le dijeron que el alcalde Daniel Quintero y su grupo político no veían con buenos ojos que la organización trabajara con la alcaldía de Claudia López y por esa mera razón los apartaron del proyecto.

El líder de Échele Cabeza dice que es fundamental garantizar una atención a profundidad de los ciudadanos posterior al testeo, una asesoría profunda que en este caso no habría dado, pues de acuerdo con algunas versiones de participantes en el evento, la atención se limitó a decir qué era la sustancia que tenían en las manos.

Hay otros dos aspectos sobre los que Quintero dice que hay que poner la lupa. Uno es si la Secretaría de la Juventud tiene el permiso del Fondo Nacional de Estupefacientes para realizar estos análisis colorimétricos de psicoactivos. A lo cual la Alcaldía responde que estas muestras las hizo la SAS Consultoría Especializada en Drogas, Salud y Sociedad, CEDSS.

Lo otro que advierte el experto es que este tipo de proyectos deben adelantarse por organizaciones de la sociedad civil pues la institucionalización de los mismos le restan confiabilidad de cara a la ciudadanía por el grado de confidencialidad que exige de las personas. Entregarle información delicada a una entidad pública puede ser una barrera para que las personas que requieran otro tipo de atención a profundidad para abordar patrones de consumo accedan a esta ayuda.

Según respondió la Alcaldía, cuando “identifican riesgos en las prácticas de consumo o índices de consumos problemáticos se ofrece a los usuarios la posibilidad de un proceso de acompañamiento psicosocial de mayor duración y si se identifican problemáticas de orden clínico se remiten a la Secretaría de Salud.