A líderes sociales los mata la “dinámica delictiva”

Así lo ve la periodista María Isabel Rueda en El Tiempo de este domingo, al explicar las razones por las cuales Colombia es hoy uno de los países con mayor producción de cocaína en el mundo.

“La cifra se acercaría al récord histórico de 220.000 hectáreas (de matas de coca). Según datos del Ministerio de Justicia (Observatorio de Drogas de Colombia), hubo una caída del 93 % en los esfuerzos de erradicación forzosa”.

Pero lo que llama la atención es la explicación que da Rueda sobre el asesinato de líderes sociales en Colombia.

“Es la dinámica delictiva sembrada en el país la que los está matando”, y descarta que sean crímenes de Estado con participación de grupos paramilitares y asegura que estas muertes no tienen “sistematicidad”. Es decir, estas personas están muertas porque se lo buscaron.

Machismo hasta en la academia

Para la columnista de El Espectador Piedad Bonnet resulta inexplicable cómo es que tuvieron que pasar 15 décadas para que, por fin, una mujer (Dolly Montoya) llegara a la dirección de la principal universidad pública del país.

“Aclaro que no conozco a Dolly Montoya, pero celebro que el Consejo Superior (de la Universidad Nacional) haya tenido la visión de nombrarla, en un acto simbólico muy pertinente en un momento en que las reivindicaciones femeninas han vuelto a ocupar un primer lugar en la discusión pública. Lo que es increíble es que en 150 años, y 63 después de haberse conquistado en Colombia el voto femenino, la universidad más importante del país no hubiera tenido jamás una mujer como rectora”.

A los colombianos se nos escapan los problemas ambientales entre las manos

La posición editorial de El Espectador frente a la tragedia ambiental que sacude desde hace 30 días el pozo 158 del campo La Lizama de Ecopetrol es tajante:

“¿Qué utilidad tienen los informes de los entes de control, que pululan cuando hay desastres, si no alteran la ocurrencia de estas situaciones? Si hubiese una mejor articulación entre ellos, ¿habríamos podido evitar lo ocurrido?”.

Y agrega:

“Toda esta falta de información por parte de los expertos, junto a la inoperancia de las autoridades, causan una justa frustración entre los colombianos, acostumbrados a sentir que los temas ambientales se les salen de las manos. El país necesita respuestas claras lo más pronto posible”.

La argucia de la dosis mínima

La editorial de El Tiempo de este domingo llama la atención sobre los enormes espacios grises que existen en la legislación colombiana, en relación al porte de la dosis mínima de estupefacientes, y que permiten la subsistencia del fenómeno del microtráfico en calles y entornos escolares y universitarios.

“Según la Fiscalía, en una sola semana fueron capturadas bajo cargos de microtráfico casi un centenar de personas, que, sin excepción, quedaron en libertad cuando aseguraron que si bien llevaban más droga que la permitida por dosis personal, se trataba de un aprovisionamiento para su propio consumo durante varios días. He ahí uno de los peligrosos vericuetos”.

Y añade:

“Somos hace años, y es una dolorosa realidad, también un país de consumidores, y las respuestas al flagelo tienen que ser, a no dudarlo, creativas e innovadoras. Con todas las herramientas de combate contra el flagelo”.

Bajar los impuestos sí es posible

El columnista de El Tiempo Mauricio Vargas afirma que la propuesta de Iván Duque y Germán Vargas Lleras (candidatos presidenciales en disputa) de aliviar la carga tributaria a los empresarios en viable para reactivar la economía.

Son dos ideas que, siendo populistas, cuentan con el visto bueno de economistas, dice Vargas, que ven en ello una salida a la caída de la producción industrial y comercial en el país.

“¿Es posible bajar los impuestos sin generar un enorme hueco fiscal? ¿Es posible hacerlo sin que el Estado quede falto de fondos para pagar las cuentas y hacer inversiones muy necesarias en el campo social, en infraestructura y en otros frentes? La respuesta es un sí con condiciones. Sí es posible, pero solo si esa baja es acompañada por dos acciones nada fáciles de sacar adelante: controlar el gasto del Estado despilfarrador y reducir la evasión tributaria con los instrumentos tecnológicos que hoy permiten detectar a quienes ocultan sus ganancias en el país y en el exterior”.