Como era de esperarse, los analistas y columnistas de los medios regionales se ocupan de los resultados de los comicios desde una perspectiva territorial, pero Gloria H. encuentra en la victoria de López en Bogotá una beta de análisis con otro punto de vista.
Asegura, por ejemplo, en su columna del diario caleño, que López es “la nueva mujer para un mundo que esperamos también sea diferente. […] Trabajará para Bogotá pero simboliza nuevas opciones para las mujeres en todo el país. Abre puertas para que la vida de la mujer empiece a ser validada como se merece”.
Si bien en Colombia 121 mujeres ganaron las elecciones, entre ellas, Virna Johnson Salcedo en la alcaldía de Santa Marta y Elsa Noguera en la gobernación del Atlántico, Gloria H. se detiene en López, no solo por ser mujer, sino “por diferente. Por capaz. Por agresiva. Por fuerte. Por atrevida. Por gay. Por preparada. Por inteligente. Por humana. Por tantas cosas que viene a representar. […] Por persistente. Por arriesgada”.
Y porque con eso, según la sicóloga, la nueva alcaldesa de Bogotá les ayudará “a muchísimos hombres y mujeres […] a crear conciencia sobre este nuevo mundo que todavía algunos no se atreven a reconocer”.
Pero la mayor exaltación que hace Gloria H. de López tiene que ver con que, para la columnista, la nueva alcaldesa de la capital “derrotó a dos machistas consumados, cada uno en su extremo ideológico pero tan parecidos en su actuar. Ni Uribe ni Petro pudieron frente a ella”.
En ese punto, pasa del perfil de López al de Uribe y Petro: “Dos hombres prepotentes y sobrados que creyeron que Colombia les pertenecía. Dos hombres de la vieja guardia que creen que el mundo debe obedecer, bajar la cabeza y aceptar todo lo que su prepotencia machista determine. Ambos fueron derrotados. Y los venció una mujer”.
Otra mirada, no desde la sicología, sino desde la política, es la que hace Sandra Borda en El Tiempo. Para ella, en las elecciones de este domingo en general, lo que pudo suceder es que “los votantes desaprobaron los liderazgos de Petro y Uribe, a la izquierda y a la derecha”, lo que marca el momento “de transitar hacia direcciones renovadas, más aglutinantes y menos polarizadoras”.
En esa línea de análisis, Borda no encuentra motivo para celebrar el fracaso de los partidos políticos y el triunfo de los movimientos independientes. “A muchos les puede dar la sensación de que estamos dando un paso hacia una renovada y mejor forma de hacer política”, dice, y llama a la cautela porque “sin partidos políticos, los políticos se convierten en seres volátiles que no controla nadie y pueden adoptar posiciones políticas de cualquier naturaleza”.
Advierte que los políticos sin partido también “se tornan en semicaudillos cuya obsesión es más el culto a la personalidad y menos, el cumplimiento con una plataforma de gobierno. No le veo nada de bueno a continuar caminando la senda de la desinstitucionalización política”.
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