Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Gustavo Arbelaez   Ago 2, 2023 - 6:23 pm
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Cada vez que Ruth Estela Escobar le hace la maleta porque se va de viaje, Jairo Enrique García le pide a su esposa que le eché dos calzoncillos, una camiseta, un jean y unos zapatos de más; y ella, que nunca ha entendido el porqué de esa petición, aprovecha y le empaca una ayuda divina y extra para el camino: en cada bolsillo de la valija de viaje, entre las camisas, pantalones, e incluso entre las medias, le esconde varias estampitas de la Virgen del Carmen “para que lo proteja de todo mal”.

A esa ayuda divina de la Virgen del Carmen –Patrona de los Conductores le endilga Jairo Enrique haberse salvado hace dos semanas de un ataque en carretera cuando viajaba de Cúcuta a Bucaramanga y en medio de la vía un grupo de personas le salió al paso con machetes, palos y piedras.

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En su relato, Jairo Enrique, quien lleva 40 de sus 60 años de vida sentado frente a una cabrilla de una tractomula, cuenta que cuando vio la turba de ladrones lo único que hizo fue echarse la bendición, coger el escapulario de la ayuda divina de su esposa, y acelerar para no quedar en medio de la turba. Fueron segundos en los que Jairo recordó las experiencias contadas por sus compañeros de carretera cuando cuentan en las posadas y hoteles que estos grupos de caminantes y polizones los atracan, los despojan de las pertenencias y salen y se van como si nada.

“Yo lo único que hice fue apretar el acelerador. Si alguno de ellos se quedaba, pues de malas, pero primero está mi vida y la de mi familia”, relata el conductor.

La escena descrita por Jairo Enrique se ha vuelto viral en los últimos días. Videos grabados con cámaras de celulares muestran cómo transitar por las carreteras de Colombia se ha vuelto un riesgo. En una de las imágenes, se ve a un grupo de muchachos que obligaron a parar una tractomula, se subieron a la cabina, atracaron al conductor, lo golpearon y le robaron el celular, la maleta con la ropa, el dinero de los viáticos y le dañaron el carro. En otra grabación, uno de los conductores se enfrentó con otro grupo que hasta le sacó machete porque frenó la tractomula e hizo bajar a los polizones que viajaban en la parte de atrás de la carga. O los hinchas de Tolima que viajaban en tractomula y fueron agredidos después de golpear al conductor.

“Eso se está volviendo el pan de cada día”, afirma Jairo Enrique, quien cuenta que en las carreteras prefiere acelerar a dejarse atacar “por esos caminantes”, dice.

Los ataques a los conductores de transporte de carga y camiones por las carreteras del país, ha dejado en los últimos dos años 20 conductores asesinados y un alto número de lesionados por armas blancas y de fuego, según registros de la Asociación de Transportadores de Carga, ATC.

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Todas las víctimas han sido afectadas por los ataques de los polizones y/o caminantes en las carreteras del país, y si bien no es un fenómeno nuevo, si se ha agudizado en los últimos dos años como aseveraron a este diario gremios de transportadores como ATC, Fedetranscarga y la Fundación Familia Camionera Unida de Colombia, Facun.

Pero así como se ha agudizado esta violencia contra los conductores de camiones, las tácticas para hacerlos frenar o subirse a las tractomulas también ha cambiado. En conversación con EL COLOMBIANO, aliado de Pulzo, Anderson Quiceno, director de ATC, cuenta que entre las maniobras usadas por estas personas está la de tirar tachuelas en las vías, como en la vía Mosquera – La Mesa, atravesar tablas con clavos o incluso, tirarse ellos mismos en las vías.

“Esto nos obliga a parar los vehículos y en ese momento es cuando nos atacan, cuando se suben a los carros, roban las mercancías y salen corriendo; es decir, no se suben a los vehículos, sino que salen corriendo, se van para otra parte de la vía a hacer lo mismo”, asevera Quiceno.

El director de ATC agrega que en este tipo de acciones dejaron en el último año pérdidas por un billón de pesos y hay tres grupos identificados: los polizones, que suben a los carros y los conductores no se enteran; algunos caminantes o migrantes, de quien “desconocemos las costumbres” e incluso han instrumentalizado a niños y madres gestantes y los ponen a salir a las carreteras; y los hinchas de los equipos que van de una ciudad a otra y se suben a los camiones y al momento de bajarlos es cuando se complica la seguridad de los conductores de los camiones.

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Pero la estrategia denunciada desde ATC no es la única usada por los polizones y caminantes. Alberto Palma, director de la Fundación Familia Camionera Unida de Colombia, le contó a este diario que en otras regiones estas personas usan los llamados “pare y siga”, se consiguieron las paletas y hasta barricadas, y frenan los camiones para atracarlos y hasta vandalizarlos.

Además, se suben a los carros cuando tiene que frenar para pasar un hueco, un resalto, o incluso en los peajes donde tienen que parar para pagar el recaudo en la vía.

También están usando otra modalidad y es que ya están atravesando motos. La semana pasada a un camionero le atravesaron una moto que porque estaban haciendo un retén de la guerrilla, y el camionero no paró y les pasó por encima a los de la moto y los mató”, cuenta Palma, y agrega que el gremio transportador se siente indefenso porque los polizones y caminantes cargan armas blancas “y nosotros no podemos cargar nada para defendernos, toca subir los vidrios y acelerar y si no se quitan se los llevan por delante”.

La violencia contra los conductores de carga y de camiones ha llegado a tal extremo, que entidades como Familia Camionera recomienda a los conductores no transitar de noche por las carreteras, hacerlo en caravanas, y en caso de un atravesado “acelerar y pasarles por encima. Hay que cuidar la vida. Les recomendamos eso y les decimos que no se preocupen que allá les llegamos con abogado”.

Aseveran los transportadores que se sienten vulnerables ante estos hechos violentos. “Estamos temerosos a toda hora de que nos pueda pasar. Nosotros hemos hablado con la Policía aquí en Bogotá y realmente se ha calentado mucho el problema, no hay justicia, o mejor, hay pero para nosotros. Hay benevolencia con este tipo de gente y la justicia no se está aplicando como debe ser”, argumenta Henry Cárdenas, director de Fedetranscarga.

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Aseveran Cárdenas y Palma que antes de sentir el apoyo de la Policía, a veces se han sentido acosados porque les hacen comparendos por llevar este tipo de personas, pero ellos argumentan que son multas injustas porque a veces ni se enteran que los polizones van atrás del camión.

“A veces nos toca andar prácticamente a 30 kilómetros por hora porque donde se nos caiga una de estas personas, ahí sí nos las cobran a nosotros y nos ponen a voltear con eso”, afirma Cárdenas. Y en efecto así sucedió hace una semana, cuando un polizón se subió a una tractomula y murió tras quedarse dormido y caerse del tractocamión que iba por la vía de El Playón, Santander, y San Alberto, Cesar.

Aunque desde las tres asociaciones de camioneros reconocieron el trabajo de la Policía, desde Facun y Fedetranscarga pidieron más acompañamiento de la institución. De hecho, Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), manifestó que es un problema que se está saliendo de las manos “y les corresponde a las autoridades darles condiciones mínimas de seguridad a la ciudadanía”.

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Frente al tema, el coronel Carlos Andrés Martínez, comandante de Policía en Antioquia aseveró que se están realizando en el país intervenciones para mitigar este flagelo, y solo en el departamento se realizó “una intervención contra 1.600 personas que generan inseguridad vial en dos factores; en el transporte de polizones y estos a su vez generan acciones violentas de hurto contra conductores y transportadores”.

Pero a Jairo Enrique estas acciones aún no lo convencen de que puede viajar seguro por las carreteras del país que considera más peligrosas (ver mapa). Por ahora prefiere aferrarse a la ayuda divina de la Virgencita escondida en su equipaje, a quien le pide no encontrarse otra vez en las vías a estas personas para no tener que acelerar y pasar por encima de ellas como si fuera “un sapo de carretera”.

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