Escrito por:  Redacción Bogotá
Ene 30, 2025 - 1:31 pm

En la búsqueda de soluciones para la congestión vehicular en Bogotá, se ha propuesto el cobro por congestión como una estrategia viable. Este sistema, que ha desatado debate en la capital, implica pagar por circular en zonas de alta congestión y se ha aplicado en ciudades como Nueva York, logrando descongestionar calles y recaudar fondos para el transporte público.

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Nueva York tardó 17 años en implantar este modelo en el sur de Manhattan, y ha demostrado su eficacia para reducir los tiempos de viaje y mejorar la infraestructura del transporte. Ciudades pioneras como Singapur desde 1975, así como varias capitales europeas, han adoptado medidas similares con resultados positivos. Sin embargo, en Bogotá, esta idea ha encontrado resistencia repetidamente, según detalló El Tiempo.

Las administraciones de Enrique Peñalosa y Claudia López la contemplaron en sus planes de desarrollo, pero los concejales decidieron no avanzar con ella. Incluso en los gobiernos de Gustavo Petro y Rodrigo Pardo, propuestas similares fueron rechazadas. Darío Hidalgo, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, sugiere en el citado medio que detrás del rechazo hay una cuestión de voluntad política, como en el caso de Carlos Fernando Galán, el alcalde de Bogotá. Según el experto, “los funcionarios y los concejales, quienes son usuarios frecuentes de automóvil, se sienten directamente afectados y eso motiva su oposición”.

Por qué no se aprueban los cobros por congestión en Bogotá

Además, argumenta que las percepciones negativas nacen del impacto directo que tendrían en su rutina diaria. Por otro lado, Ómar Oróstegui, director del Laboratorio de Gobierno de la Universidad de la Sabana, considera en el rotativo que la medida podría incrementar las desigualdades en el acceso al transporte al favorecer a quienes pueden pagar el sobrecosto. Esto produciría brechas más amplias entre diferentes sectores de la población.

El principal argumento contra la implementación del cobro por congestión es la calidad del transporte público existente. Los críticos sostienen que, sin un sistema alternativo de calidad, no se puede esperar que las personas dejen sus vehículos. “Si el sistema de transporte público no ofrece una solución viable, no podemos forzar a la gente a abandonar sus automóviles”, afirmó Hidalgo en la entrevista.

Sin embargo, el experto también apunta que con los fondos recaudados por el cobro por congestión se podría mejorar significativamente la calidad del transporte público, haciendo de esta una solución potencialmente auto-sostenible. Es así como la discusión sobre el cobro por congestión en Bogotá demanda un análisis más profundo y un compromiso para mejorar el sistema.

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Las tecnologías actuales, incluyendo sistemas avanzados de cámaras para monitoreo vehicular, podrían facilitar la implementación de este sistema. Adicionalmente, en el Plan de Desarrollo de la administración actual de Bogotá, se planifica revisar y posiblemente adaptar esta estrategia para hacer frente al problema de la congestión. Con esto, parece ser que la ciudad, después de mucho debate, podría estar más cerca de adoptar un modelo que ha mostrado ser efectivo en otras grandes metrópolis del mundo.

 

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