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El reciente caso revelado en Medellín ha dejado al país en estado de shock. Una organización criminal, que operaba bajo el mando de un joven de apenas 24 años, Miguel Ángel Botero Mosquera, fue capturada después de meses de seguimiento e investigación.
Este grupo, que también incluía a María Paula Sierra Alba, conocida como “Dulce María”, novia del líder del grupo, William Samuel Suárez Rubiano, y David Alonso García Restrepo, fueron los responsables de secuestrar, torturar y asaltar a varias mujeres en diferentes barrios de Medellín. El nivel de violencia y crueldad ejercido por estos individuos ha sido catalogado por la Fiscalía como uno de los casos más brutales de odio hacia las mujeres.
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Revista Semana conoció algunos testimonios de las víctimas, recogidos por la Fiscalía durante la investigación, y son estremecedores. Una de las mujeres narró cómo fue amenazada con un cuchillo, que le fue colocado en los ojos y en sus partes íntimas, mientras su captor exigía las claves de su teléfono celular bajo la amenaza de herirla si no obedecía.
“Me intimidó con un cuchillo, me lo colocaba en los ojos y en las partes íntimas, diciéndome que si no le daba las claves del celular me iba a chuzar”, relató la víctima a los investigadores.
Este relato es solo una muestra del terror vivido por estas mujeres, quienes fueron citadas en hoteles y apartamentos, donde fueron sometidas a torturas inimaginables (subían la música para que no se escucharan los gritos de las mujeres), convertidas en víctimas de un odio desmedido que las marcó para siempre.
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Las víctimas describieron cómo fueron desnudadas, amarradas y quemadas con cuchillos y planchas para el cabello, en lo que parecía ser un perverso experimento para medir cuánto dolor podían soportar.
“Me desnudaron y me amarraron. Me cortaron con un cuchillo, me tiraron boca abajo y me quemaron la espalda”, relató otra mujer a Revista Semana, cuya experiencia refleja la barbarie a la que fueron sometidas por este grupo de sádicos.
La participación activa de María Paula Sierra, la única mujer del grupo, es uno de los aspectos más perturbadores de este caso, pues, según los testimonios, su crueldad era igual o incluso mayor que la de sus compañeros. “Esta chica fue la que con el cuchillo me amenazaba con apuñalarme, me cortó mi cabello con ese cuchillo y me rayó el pezón, ya que yo no les daba las contraseñas”, añadió una de las sobrevivientes.
Revista Semana pudo conocer que la Fiscalía, tras meses de seguimiento, interceptaciones telefónicas y análisis de videos de seguridad, logró capturar a los integrantes de esta organización en una operación conjunta con el Gaula de la Policía en Medellín.
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Los detalles del operativo, que permitieron detener a estos criminales, revelan una historia de impunidad que comenzó en Bogotá, donde estos individuos ya habían sido denunciados por crímenes similares. A pesar de las denuncias, las autoridades en ese momento no tomaron las medidas necesarias, lo que permitió que estos delincuentes se trasladaran a Medellín para continuar con su brutalidad.
“El líder decía que me dañaran el rostro que me cortaran el cabello le decía a la chica que me cortara con el cuchillo insinuaba o daba a entender que estaba de afuera no se diera cuenta le subió volumen al televisor para que no escuchara para que no escucharan afuera esta persona fue la que me ató dañó las sábanas de la almohada y unión varios pedazos de tela me puso boca abajo en la cama después me amarró las manos y los pies me colocó boca abajo me metí un pedazo de tela en la boca”, dijo una de las víctimas que conoció revista Semana.
Alejandro Carranza, abogado de algunas de las víctimas en Bogotá, expresó su indignación por la falta de acción de la Fiscalía en su momento, lo que permitió que esta organización criminal siguiera operando.
“El fiscal Barbosa nos dejó un legado que entre las paredes del búnker solo había oídos sordos para las personas más humildes, que le iba a importar a él unas mujeres de una vida entregada a la noche por necesidad… Por qué no invirtieron recursos en parar esta organización, que luego de huir, cuando señalamos y pedimos la extinción de dominio de esa casa de tortura. Por qué no paró a esos hombres que rápidamente llegaron a Medellín a seguir haciendo daño. Esto es sin duda responsabilidad de esa Fiscalía de Barbosa”, dijo Carranza, a Semana lamentando las fallas en el sistema judicial que llevaron a más mujeres a sufrir estos horrores.
Durante las audiencias preliminares, el fiscal a cargo de la investigación expuso con detalle la brutalidad de los crímenes cometidos y cómo los miembros de esta organización demostraban un odio visceral hacia las mujeres y las personas de la comunidad LGBTI.
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Algunos de los acusados ya tenían antecedentes por hechos relacionados con homicidios, y se les imputaron cargos por secuestro extorsivo, tortura, concierto para delinquir y hurto. Las pruebas presentadas por la Fiscalía son contundentes: videos de seguridad, audios, chats y declaraciones que muestran cómo planearon y ejecutaron sus ataques.
A pesar de la abrumadora evidencia en su contra, los acusados quienes se reían en plena audiencia, negaron ser responsables de los crímenes en Medellín y Bogotá, afirmando que no eran las personas que aparecían en los videos ni en las pruebas presentadas.
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Sin embargo, el trabajo de la Fiscalía ha sido determinante para frenar esta ola de violencia, y los cuatro fueron enviados a prisión mientras continúa el proceso judicial. La captura de esta organización representa un paso importante en la lucha contra la violencia de género, pero también deja en evidencia las fallas del sistema que permitieron que estos criminales continuaran su sádica venganza durante tanto tiempo.
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