En diálogo con Q’HUBO, aliado de Pulzo, la señora contó que viven en pobreza extrema. Sobreviven con lo que los vecinos les puedan colaborar.
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“Por mi edad ya nadie me da trabajo. Antes, cuando era joven, trabajé en casas de familia y restaurantes. Ahora, ya los dueños de negocios ni lo voltean a mirar a uno. Me dediqué a reciclar, pero es un oficio que da muy poco. Antes vivía en un rancho de invasión, pagaba 150 mil pesos mensuales, pero me atrasé en el pago y me sacaron”, dijo.
Respecto a su hija, indicó que en ocasiones trabaja como mesera por turnos, pero en los últimos meses le ha salido muy poco trabajo.
De verlas en la calle, vecinos del sector se solidarizaron, hicieron ‘vaca’ y les ayudaron a construir un rancho con guadua, plástico y unas pocas tejas de zinc en la Invasión Hato de la Virgen, de Ibagué. Sin embargo, con tanta lluvia, el agua entra y el espacio se convierte en un lodazal.
“Los vecinos han sido muy buenos. Nos regalaron una estufa y un cilindro. No obstante, no tenemos qué echarle a la olla. Yo salgo y por ahí le regalan a uno algo de comer y con eso se pasa el día”, indicó.
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En cuanto a los nietos, explicó que cuando llueve muy duro, los vecinos le dan posada a los niños y también comida.
“Estamos pasando una situación muy complicada. Cualquier ayuda es muy bien recibida. Lo más importante es mercado y tejas para no mojarnos tanto”.
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