Luego de las primeras protestas que se tornaron violentas, el presidente de Chile Sebastián Piñera decretó estado de emergencia y toque de queda desde el viernes para evitar enfrentamientos entre los manifestantes y la policía.

Pero esto no sirvió y ocurrió completamente lo opuesto. Aunque todavía hay marchas pidiendo políticas que mejoren en sí la calidad de vida de los chilenos, gran parte de la ciudadanía, sobretodo en Santiago, entró en un estado de anarquía pura.

Además de quemar y dañar la gran mayoría de estaciones del metro, empezaron a quemar edificios, carros particulares, buses y a saquear diferentes locales comerciales, desde comida hasta electrodomésticos. Incluso, en uno de esos saqueos, dos mujeres murieron calcinadas y otra quedó con gravísimas quemaduras en el 75 % de su cuerpo.

La policía arrestó, hasta el momento, a 716 personas y la mayoría por estar inmersos en los saqueos y no por protestar. Además, 62 uniformados y han 15 civiles resultaron heridos.

Dos personas resultaron heridas de bala y se encontraban “graves” tras un incidente con una patrulla militar también en el sur de la ciudad en un contexto de saqueos, según afirmó Javier Iturriaga, jefe militar a cargo de la seguridad tras la instauración del estado de emergencia en cinco regiones del país.

Uno de los casos más sonados este domingo es la muerte, por múltiples heridas de bala, de un colombiano. Las autoridades chilenas investigan quién y por qué le disparó en varias oportunidades.

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Este domingo despertó con nuevos incidentes este domingo en el centro de Santiago y otras ciudades del país.

Manifestantes encapuchados volvieron a enfrentarse con efectivos policiales en la céntrica Plaza Italia, fuertemente resguardada en una nueva jornada de rabia callejera que no cesa y refleja un extendido malestar social.

“El pueblo unido jamás será vencido”, gritaban a coro los manifestantes, rememorando una consigna que se hizo popular durante las protestas contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Prácticamente todo el gran comercio permanece cerrado, hay escaso transporte público, en tanto había vuelos suspendidos o cancelados en el aeropuerto.

En el pequeño comercio que sí decidió abrir y en algunas gasolineras hay extensas filas para abastecerse de víveres y combustible ante el temor de que se genere un desabastecimiento y un mayor caos vuelva a generarse el lunes.

Los estudiantes llamaron a nuevas movilizaciones y se prevé una gran dificultad en los traslados, al mantenerse gran parte del metro cerrado por los daños causados el viernes en la noche.

Según el gobierno, 78 estaciones de metro sufrieron destrozos graves y tres vagones fueron incendiados, en daños valorados en más de 300 millones de dólares por el presidente de esta empresa estatal, Louis de Grange, que calculó en “meses” la reparación de algunas estaciones.

Los taxis y las diversas aplicaciones móviles de transporte -cuyas tarifas estaban por las nubes- eran por lo pronto prácticamente la única forma de movilizarse en esta ciudad de siete millones de habitantes.

El presidente Sebastián Piñera se reunirá con sus ministros y otras autoridades para discutir cómo hacer frente a las protestas, inimaginables hasta solo algunos días, cuando el mismo mandatario se refería a su país como un “oasis”.

Chile tiene previsto acoger a mediados de noviembre la cumbre de líderes del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC) y en diciembre la cumbre del clima de la ONU COP 25.

La Cámara de Diputados organizó también una sesión especial este domingo. Para el lunes, la mayoría de las universidades y los colegios suspendieron sus clases.