Pese a que evitó al máximo los contactos físicos y usó un tapabocas durante la cerca de media hora en que acompañó la manifestación frente al Palacio presidencial de Planalto, Bolsonaro bajó por la rampa de la edificación para acercarse lo máximo posible a los manifestantes y llegó a cargar a dos niños.

El líder ultraderechista, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia y que ha llegado a calificar el COVID-19 como una “gripecita”, insistió en acudir a los actos masivos de sus seguidores pese a las recomendaciones para evitar aglomeraciones tanto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de su propio Ministerio de Salud.

En esta oportunidad, y en medio de una grave crisis política causada por la salida de dos ministros de Salud en medio de la pandemia y de la investigación que le abrió la fiscalía por su supuesta interferencia política en la Policía Federal, Bolsonaro acudió al encuentro con varios colaboradores, entre los cuales once de sus 22 ministros, y dos de sus hijos.

En declaraciones que concedió en una transmisión al vivo por las redes sociales durante la manifestación, Bolsonaro volvió a criticar las medidas de distanciamiento social adoptadas por los gobiernos regionales y municipales para combatir el avance del COVID-19 y defendió la normalización de las actividades.

“La población quiere trabajar para colocar comida en la mesa”, afirmó el líder ultraderechista.

El presidente brasileño mantiene un duro y tenso pulso con los gobernadores de la mayoría de los estados brasileños, que han impuestos medidas de distanciamiento social, como cuarentenas, cierre de escuelas y comercios y restricciones al transporte y la movilidad, para frenar la creciente expansión de la pandemia en el mayor país latinoamericano.

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Para Bolsonaro, más preocupado con la paralización del país, la ya prevista recesión histórica y los millones de empleos destruidos por la crisis sanitaria, el COVID-19 “va a contagiar al 70 % de la población tarde o temprano” y “va a matar mucha gente” sin importar las medidas de distanciamiento que se adopten.

“El gobierno ha dado todo su apoyo para atender a las personas que contrajeron el virus y esperamos librarnos de ese problema en breve, para el bien de todos. Brasil, con seguridad, volverá más fuerte”, afirmó.

Tras haber sido duramente criticado por haber participado en manifestaciones similares en las que fueron exhibidos letreros que proponían el cierre del Congreso y de la Corte Suprema, así como otras medidas antidemocráticas como una intervención militar, Bolsonaro destacó que en la de este domingo no había ningún mensaje contrario a la Constitución.

“Es una manifestación pura de democracia. Estoy muy honrado con eso. Sin ningún letrero agresivo a quien quiera que sea. No hay ningún letrero ni ninguna bandera que atente contra la Constitución, contra el Estado Democrático de Derecho”, afirmó.

Según versiones de prensa, antes de la llegada de Bolsonaro al acto, los miembros del equipo de la seguridad de la Presidencia pidieron a los manifestantes que fueran retirados algunos letreros con críticas al Congreso y la Corte Suprema.

“Es gratificante y un honor para mi Gobierno y mi gabinete recibir una manifestación de apoyo de estas. Eso nos fortalece en la búsqueda para conseguir medios no sólo para combatir ese virus, que nos preocupa a todos, sino también de días mejores para nuestra población. Merecemos algo mucho mejor para nuestro Brasil”, agregó.

Bolsonaro no ha cesado en su empeño para que los gobiernos regionales levanten las restricciones y permitan la normalización de las actividades, hasta el punto que esta semana ordenó la apertura de gimnasios y salones de belleza por considerarlos esenciales.