
La Villa Olímpica, construida especialmente para recibir a los atletas de todo el mundo, propone una multitud de servicios. RFI estuvo allí para ver cómo es el día a día de los atletas.
Además del restaurante, la Villa Olímpica cuenta con multitud de servicios. Entre estos, una peluquería, en la que nos encontramos con el salvadoreño Uriel Canjura que compite en bádminton en París 2024.
“Estoy viendo cómo hacen los cortes porque el lunes tengo una cita para cortármelo y está muy completo. Hay tanto para hombres y para mujeres”, detalla Canjura, entusiasmado, para RFI.
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Las filas para un corte pueden ser largas, pero son necesarios para algunos: “A veces a uno no le queda el tiempo para salir y tirarse antes de competencia. Creo que eso es muy importante. Ya hacía falta sentir, por así decirlo, la parte del barrio”, señala el gimnasta colombiano Ángel Barajas.
“Llevarse un recuerdo de aquí es espectacular”
En el centro de la Villa Olímpica, tan grande como 70 canchas de fútbol, los atletas olvidan la presión de la competencia. Es como el centro de cualquier ciudad: con supermercado, oficina de correos, gimnasio, guardería, capilla, cafetería y tienda de suvenires.
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Para Laura García-Caro, marchista española, “es un privilegio poder comprar este tipo de regalos tan cerca de nuestro día a día y de entrenamiento, porque no podemos salir de la Villa a veces, o no nos cuadra para poder hacer regalos. Y la verdad que llevarse un recuerdo de aquí es espectacular”.
Un espacio aprovechado por más de 10.500 atletas y sus delegaciones olímpicas, con vista al rio Sena.
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