De acuerdo con el diario Metro, Steel no compartía que la vacuna contra el coronavirus haya sido probada en animales, por lo que decidió no vacunarse, siguiendo sus ideales y principios.

Lastimosamente, a finales de octubre contrajo la COVID-19 con síntomas graves, por lo que los médicos que lo atendían decidieron llevarlo a un coma inducido.

Luego de varias semanas hospitalizado, el británico falleció por culpa del coronavirus, no sin antes decirle a su esposa, en su lecho de muerte, que habría deseado vacunarse, detalle el mismo medio.

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“Nunca me había sentido tan enfermo, desearía haberme puesto la vacuna”, contó que le dijo su esposa Emma, quien ahora está recaudando fondos por una plataforma en Internet para pagar las exequias.

Él suplicó por la vacuna cuando estaba en cuidados intensivos antes de recibir soporte vital, pero dijeron que era demasiado tarde… He estado llorando hasta deshidratarme todas las noches, dejando que las lágrimas fluyan como un río por la mañana y despertando llorando por la noche”, expresó Emma a Metro.

La mujer contó que Glynn Steel, además de vegano y defensor de los animales, era un destacado ingeniero con muchas mascotas. Tenía varios perros, uno de ellos lo rescató en un viaje a Sri Lanka, y 6 gatos.

La sociedad vegana del Reino Unido recomendó a los veganos cuidar su salud y la de los demás, a pesar de que la vacuna contra el coronavirus fue probada en animales, pues es una tema “que es particularmente relevante en situaciones médicas”, cita el mismo medio.