Tras casi cuatro décadas orbitando la Tierra, un equipo de la Nasa de 1.500 kilos de peso entrará nuevamente a la atmósfera pronto. Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, podría ser sobre las 6:40 p. m. de este domingo 8 de enero, aunque esta hora podría variar en un intervalo de 17 horas (y hay otros organismos que tienen una previsión distinta).

El equipo se trata del satélite de evaluación de la radiación terrestre (ERBS por sus siglas en inglés), que fue lanzado el 5 de octubre de 1984. Al entrar a la atmósfera, la mayor parte de la nave se incinerará, pero algunos trozos podrían estrellarse contra la Tierra o caer en algún océano, según la agencia espacial estadounidense.

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A pesar de que sí es posible que algunas partes se estrellen en ciertas partes de la Tierra, la Nasa estimó el riesgo de que alguien sufra algún tipo de daño por eso como “muy bajo”. Específicamente, la agencia dijo la probabilidad de que alguna persona resulte herida por los escombros que caerán es de “aproximadamente 1 entre 9.400″.

Hasta el momento, además, no se sabe exactamente dónde caerán los fragmentos del equipo. Según Aerospace Corporation, una organización sin ánimo de lucro financiada con fondos federales que ha estado rastreando el satélite, la nave caería en la Tierra más tarde, hacia las 8:49 AM del 9 de enero, con un margen de error de 13 horas.

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La nave ERBS, lanzada desde el transbordador espacial Challenger el 5 de octubre de 1984, “formaba parte de la misión ERBE (Earth Radiation Budget Experiment) de tres satélites de la Nasa. Llevaba tres instrumentos, dos para medir el balance energético radiativo de la Tierra y uno para medir los componentes estratosféricos, incluido el ozono”, informó la agencia espacial estadounidense a través de un comunicado.

El propósito de las mediciones del balance energético (el equilibrio entre la cantidad de energía del Sol que la Tierra absorbe o irradia, explica la NASA), es comprender uno de los indicadores de la salud del clima, que, a su vez, puede ayudar a revelar los patrones meteorológicos. “Las concentraciones de ozono en la estratosfera desempeñan un papel importante en la protección de la vida en la Tierra frente a la dañina radiación ultravioleta”, agregó la agencia espacial.

La nave tenía previstos dos años de vida útil, pero funcionó hasta ser retirada en 2005. “Sus observaciones ayudaron a los investigadores a medir los efectos de las actividades humanas en el balance de radiación de la Tierra. La Nasa ha seguido aprovechando el éxito de la misión ERBE con proyectos que incluyen el actual conjunto de instrumentos satelitales Nubes y Sistema de Energía Radiante de la Tierra (CERES)”, indicó la NASA.