El acercamiento olímpico llevó a que las dos Coreas desfilaran juntas en la ceremonia de apertura, durante la cual el presidente surcoreano dio un histórico apretón de manos a la hermana del líder norcoreano, Kim Jong-un.

Corea del Norte envió a 22 atletas a los Juegos sin que ninguno de ellos se destacara. Pero la participación de Corea del Norte en los juegos no estaba orientada a obtener medallas, sostienen los analistas.

“Se trataba de proyectar una imagen”, dice Koo Kab-woo, académico en la Universidad de Estudios Norcoreanos.

“Ellos probaron que no son un ‘Estado renegado’ y lograron contornear las sanciones”, agrega el experto.

En 2017, Corea del Norte realizó su ensayo nuclear más potente y disparó misiles capaces de alcanzar Estados Unidos, elevando al máximo la tensión con ese país y Corea del Sur.

El líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump, intercambiaron acusaciones, insultos y amenazas.

Sin embargo, sorpresivamente, a fin de año, Kim anunció que Corea del Norte quería participar en los Juegos.

Corea del Norte negoció con el gobierno surcoreano la presencia de varios deportistas, la conformación de un equipo unificado de hockey femenino y el envío de 200 animadoras, que se convirtieron en una de las atracciones para los espectadores y medios de comunicación.

La imagen de los patinadores norcoreanos abrazándose con los atletas surcoreanos después del último partido de hockey emocionó a muchos aficionados, pese a que en un principio Seúl se oponía a la formación del equipo.

Pero, sobre todo, la pieza maestra de la ofensiva diplomática norcoreana fue designar a la hermana del líder norcoreano, Kim Yo Jong, para encabezar la delegación norcoreana.

Kim Yo Jong fue la gran atracción de la ceremonia de apertura, durante la cual opacó la presencia del vicepresidente estadounidense Mike Pence.

“Ella era la personas perfecta para entregar el mensaje y eso fue precisamente lo que hizo”, señala Andrei Lankov, profesor en la Universidad de Kookmin.

“Ella invitó al presidente Moon Jae-in a una cumbre y sonrió abiertamente, ella probablemente usó la buena impresión y eso era exactamente lo que querían los norcoreanos”, analiza.

“Callejón sin salida”

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La distensión olímpica abrió la vía a la posibilidad de una cumbre entre Monn y el líder norcoreano.

Sin embargo, Lankov advierte: “El mayor problema no es entre Corea del Norte y el Sur. El mayor problema está entre Corea del Norte y Estados Unidos“.

“En este sentido, no hay ninguna cantidad de conversaciones entre Corea del Sur y Corea del Norte que vaya a cambiar nada de forma significativa”, dice.

El presidente surcoreano, menos proclive a las presiones para abrir una vía de diálogo con el Norte, se reunió el domingo durante una hora con el general norcoreano Kim Yong Chol antes de la ceremonia de cierre.

La delegación norcoreana se mostró “dispuesta” a dialogar con Washington, según Seúl.

Sin embargo, Pyongyang, que ha mantenido una postura desafiante durante la progresión de su programa nuclear y de misiles balísticos, siempre ha defendido que un diálogo con Estados Unidos debe desarrollarse sin condiciones.

En respuesta, la Casa Blanca reiteró que primero Pyongyang tiene que tomar pasos concretos para una desnuclearización.

“Entre tanto, Estados Unidos y el mundo tienen que seguir dejando claro que el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte son un callejón sin salida”, dijo en un comunicado.

Kim Yo Jong  no tuvo ninguna interacción con el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, en la ceremonia de apertura del 9 de febrero, aunque estaban a pocos metros de distancia.

Según Estados Unidos había una reunión prevista entre las delegaciones de Washington y Pyongyang en los días siguientes pero ésta fue cancelada con poca antelación por los norcoreanos.

El viernes, Estados Unidos anunció un nuevo paquete de sanciones, que el presidente Trump describió como las más duras impuestas hasta ahora.

Con ambos bandos poco dispuestos a las concesiones en “el tema más importante” Lankov dijo: “es una relajación corta, que probablemente va ir seguida de otra escalada, otro periodo de tensión muy pronto, probablemente a principios de abril”.

Los Juegos de Pyeongchang han sido uno de los casos más ejemplares de una desescalada de las tensiones durante los 17 días que duró la cita deportiva, dijo Koo, pero temas sensibles como el programa nuclear o los ejercicios militares han sido evitados.

“El problema es lo que pase después de Pyeongchang”, dijo Koo.

Con AFP