Al mismo tiempo, en cientos de localidades del resto del país se convocaron protestas similares contra la política migratoria del presidente Donald Trump, que ha conducido a la retención de los niños indocumentados en instalaciones cuyas condiciones sanitarias son cuestionadas por políticos opositores y activistas de derechos humanos.

“Así no es como se supone que nuestro país debe funcionar”, comentó Tina, de 60 años, frente al refugio de Homestead, 50 km al sur de Miami.

“Tratar a las personas de la manera en que lo estamos haciendo es tan inaceptable que no tengo palabras para expresarlo”, dijo la agente inmobiliaria, sin dar su apellido.

“Es aberrante y es una atrocidad”, añadió Wendy, una estadounidense de 56 años que protestaba frente al campamento en terreno federal.

Al anochecer, los manifestantes encendieron velas frente al refugio que, en este momento, aloja unos 1.750 niños, según versiones de la prensa local.

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La serie de protestas ocurre en momentos en que la comunidad inmigrante teme las anunciadas detenciones del fin de semana, cuando la agencia de migración estadounidense tiene previsto arrestar a unos 2.000 inmigrantes indocumentados con órdenes de deportación en todo el país.

Este operativo responde a un anuncio de Trump en junio de deportar a “millones de extranjeros ilegales”.

La perspectiva de tales detenciones masivas ha provocado en la comunidad una mezcla de “horror, miedo, rabia”, dijo a la AFP Iván Robles, un estudiante de 21 años.

En junio, la organización Human Rights Watch (HRW) denunció la situación deplorable de los menores alojados en Clint, cerca de la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas.

Las irregularidades en ese refugio supuestamente incluyen desde niños sin atención médica adecuada hasta la falta de camas, que obliga a muchos a dormir sobre el piso de cemento, apenas protegidos por mantas de emergencia.