En la misiva, citada por Infobae, la periodista asegura que Twitter se convirtió en el “editor definitivo” del New York Times y explicó:

“Las historias son elegidas y contadas de una manera que satisface a la más estrecha de las audiencias, en lugar de permitir a un público curioso leer sobre el mundo y luego sacar sus propias conclusiones. Siempre me enseñaron que los periodistas estaban encargados de escribir el primer borrador de la historia. Ahora, la historia en sí misma es una cosa más efímera moldeada para ajustarse a las necesidades de una narrativa predeterminada”.

Weiss era la editora de opinión del diario estadounidense desde hace tres años y tenía la intención de publicar voces críticas de todos los espectros para que la redacción tuviera “una comprensión firme del país que cubre”, pues las elecciones presidenciales de 2016, en las que ganó Donald Trump, les demostró que no era así.

Edificio de The New York Times

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La periodista también aseguró que sufrió de “‘bullying’ constante” por parte de sus compañeros, una práctica que nunca fue castigada, y criticó al editor general, A.G. Sulzberger, por permitirlo:

“Hay una caracterización para todo esto: discriminación ilegal, ambiente de trabajo hostil y despido constructivo. No soy una experta legal, pero sé que esto está mal. No entiendo cómo usted ha permitido que este tipo de comportamiento ocurra dentro de su empresa a la vista de todo el personal del periódico y del público”.

En otros fragmentos de la carta señala que tuvo que autocensurarse muchas veces, pues era más fácil escribir algo que seguro gustaría a sus lectores en clics en vez de algo con un trabajo más exigente detrás. Por eso considera que el NYT “traicionó sus estándares y perdió de vista sus principios” sin entender que los “estadounidenses todavía tienen hambre de noticias que sean precisas, opiniones que sean vitales y debate que sea sincero”.

Trump

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Weiss también tuvo tiempo para cuestionar cómo vienen editándose los artículos de opinión, que hace unos años se hubiesen publicado sin problema pero que ahora solo representaban un riesgo de despido para los escritores:

“Si se percibe que un artículo puede inspirar una reacción interna o en los medios sociales, el editor o escritor evita publicarlo. Si tiene la suficiente fuerza para sugerirlo, se le dirige rápidamente a un terreno más seguro. Y si, de vez en cuando, consigue que se publique un artículo que no promueva explícitamente las causas progresistas, esto sólo ocurre después de que cada línea sea cuidadosamente masajeada, negociada y cedida”.

Esa idea coincide con la de otro de los periodistas latinoaméricanos más reconocidos, que también renunció a escribir más columnas de opinión para ese diario. El argentino Martín Caparrós aseguró que prefería abrir su propio espacio donde nadie le pueda decir qué puede escribir y qué no y coincidió en esas últimas palabras de la editora:

“Es un periodismo paranoico, donde los medios más copetudos ya no confían en los periodistas que contratan y les hacen fuck-checking, la famosa verificación de datos. Durante siglos se supuso que los periodistas trabajaban de conseguir información correcta; ahora sus jefes no lo creen –no les creen– y ponen a alguien a controlarlos”.

General (r) Nicacio Martínez y periodista Nick Casey

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Caparrós también estuvo de acuerdo con la fuerza que tomaron las redes sociales:

“La mayoría cae presa de la lógica del rating: una nota importa menos por lo que ve que por cuántos la miran. Muchos medios se someten a esa dictadura del número, donde los que definen qué vale la pena publicar son los miles o millones que cliquean o no sobre un título más o menos engañoso”.

Weiss sale del periódico un mes después de la renuncia del también editor de opinión James Bennet luego de que el senador republicano Tom Cotton escribiera una columna en la que pedía la intervención del Ejército para acabar con la ola de protestas antirraciales que provocó el asesinato de George Floyd. El texto motivó la queja de muchos lectores y una pelea interna en la redacción.