El 22 de noviembre de 1963, agentes de la CIA se encontraron en París con un colega cubano y le entregaron el arma con la que querían matar a Castro. Al mismo tiempo, en Dallas, Texas, el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, era asesinado cuando iba en una caravana presidencial, informa Newsweek.

El documento dice:

“La evidencia indica que la reunión se estaba ejecutando en el mismo momento en el que le disparaban al presidente Kennedy”.

La información se dio a conocer en los últimos días, a propósito de la desclasificación de varios documentos relacionados con el magnicidio del mandatario demócrata y que buscan dar luz sobre el crimen, uno de los más trascendentales del mundo en el siglo XX.

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Vale la pena recordar que bajo el gobierno de Kennedy se llevó a cabo el intento de invasión a Cuba, en Bahía de Cochinos, por parte de mercenarios contratados por la CIA. La operación fue sofocada por el ejército cubano en pocas horas, en lo que fue uno de los fracasos más estruendosos del gobierno estadounidense de la época.

Pero el intento del bolígrafo envenenado no fue, ni de cerca, el único intento por asesinar a Castro (o por hacerlo quedar como un ‘zapato’). Por ejemplo, la CIA quiso envenenar el aire de un estudio de radio que Fidel solía usar, o incluso, hacerle fumar un tabaco defectuoso antes de un discurso, para hacerle perder la credibilidad en sus intervenciones, agrega Independent.

Sobre ese tema, y aún en vida del líder cubano, History Channel presentó un documental llamado ‘638 maneras de matar a Castro’, en el que hace un recuento de los intentos fallidos de las autoridades estadounidenses por asesinar a Fidel. Para molestia de ellos, Castro murió a los 90 años, muy tranquilo, en su casa.

Este es el documental: