En su arribo a Buenos Aires, el presidente francés pudo haber esperado un respiro de las protestas en casa, donde los manifestantes han adoptado chalecos amarillos como su emblema.

Pero al bajarse de su avión en el aeropuerto internacional de Ezeiza, la primera persona que vio -un empleado del aeropuerto- estaba vestida con una de estas prendas de alta visibilidad.

El líder francés estrechó la mano del trabajador, que abrió la puerta del avión, antes de que él y su esposa Brigitte recibieran un saludo más oficial en la pista por parte de la vicepresidenta de Argentina, Gabriela Michetti.

Los chalecos amarillos, la vestimenta altamente visible utilizada por los trabajadores de los servicios de emergencia, se han convertido en un símbolo de las cada vez más enérgicas protestas en Francia, desatadas por un incremento en los impuestos al combustible.

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Macron espera reducir las emisiones de carbono y enfrentar el reto a largo plazo del cambio climático, pero los manifestantes aseguran que las familias de bajos ingresos son las más afectadas.