En la abadía de Westminster se despide hoy a la reina Isabel II. La iglesia en la que vio a su padre convertirse en rey y donde ella hizo lo propio. El lugar en el que se despidió de su madre y en el que contrajo matrimonio con Felipe, duque de Edimburgo. En aquel recinto que marcó su vida hubo guiños a estos hitos, algunos de ellos desde la música.

En el funeral de la monarca sonó el himno basado en el Salmo 23, El Señor es mi pastor, nada me falta, que también se cantó en la mencionada boda. La canción Love divine, all loves excelling –que se escuchó en la boda del ahora rey Carlos III con Camila, reina consorte; y en la del príncipe Guillermo con Catalina, duquesa de Cambridge– también figuró el día de hoy.

En la despedida a la reina también estuvo presente una figura clave en su vida musical: Judith Weir. La compositora, quien recibió la Medalla de la Reina de la Música en 2007, fue nombrada como Maestra de Música de la Reina en 2014. La pieza que escribió para el funeral, inspirada en la fe cristiana de Isabel II, fue interpretada por los niños entre once y trece años del coro de la abadía.

En los ritos fúnebres de reina más longeva del Reino Unido, que había sido velada al son de las marchas fúnebre de Beethoven, Mendelssohn y Chopin, interpretadas por la Guardia Escocesa y la banda de la Guardia de Granaderos, también se hizo presente la poesía, por medio de una canción compuesta por el inglés Hubert Perry, inspirada en los versos de Henery Vaughan.

La música que acompañó el funeral de la reina Isabel II hace recordar aquella que hizo lo mismo con otros miembros de la familia real, entre ellos el de su madre, en 2002. A la reina madre, como se le conoce a una reina consorte viuda cuyo hijo o hija es el actual monarca reinante, también se dijo adiós en la abadía, donde sonó God Save the Queen. Además, el desfile del féretro de Isabel Bowes-Lyon fue acompañado por 128 gaiteros escoceses.

Elton John en el funeral de Diana de Gales ‘Lady Di’

Aunque ya no era parte de la familia real británica, el 6 de septiembre de 1997, el mundo, y en particular los ingleses, se despidieron de la ‘princesa del pueblo’. Seis días después del fatal accidente vehícular en la capital de Francia, Elton John cantó Candle in the wind/ Goodbye England’s Rose. La canción, que había sido escrita para Marilyn Monroe, fue reescrita por Bernie Taupin y el cantante para despedir a su amiga, Diana de Gales, conocida como Lady Di.

“Goodbye England’s rose. May you ever grow in our hearts. You were the grace that placed itself. Where lives were torn apart. You called out to our country. And you whispered to those in pain. Now you belong to heavenAnd the stars spell out your name” (Adiós a la rosa de Inglaterra. Que siempre crezcas en nuestros corazones. Fuiste la gracia que se colocó. Donde las vidas se desgarraron. Llamaste a nuestro país. Y le susurraste a los que sufrían. Ahora perteneces al cielo. Y las estrellas deletrean tu nombre), entonó Elton John mientras tocaba el piano en la abadía de Westminster. La petición de que fuera él quien protagonizara la música de aquel día habría sido hecha por el deán de la abadía, Wesley Carr. El reverendo aseguró que la ceremonia debía tener algo audaz e inesperado y propio “del mundo moderno que representaba a la princesa” y sugirió que “algo clásico o coral” sería “inapropiado”.

Felipe de Edimburgo: entre Dios y el mar

De acuerdo con el medio ABC, el esposo de la reina Isabel II, tardó 18 años planeando su propio funeral, “eligiendo con esmero una serie de composiciones y salmos que reflejaran su espíritu y su personalidad”. Así, escogió temas como Eternal Father, save strong, de William Whiting, “un himno religioso dedicado ‘a quienes están en peligro en el mar’. Fue escrita en 1860 e inspirada en el Salmo 107. El duque, que sirvió en la marina en la II Guerra Mundial, siempre mostró reverencial respeto por la mar”. Por eso, en la misma línea, sonó el Salmo 104: “las aguas creciendo sobre la montaña más alta”.

En el servicio fúnebre de Felipe de Edimburgo también sonaron algunos temas escritos por Benjamin Britten a petición del príncipe consorte, entre ellos The jubilate in C. Esta y otras composiciones, como The Lord’s Prayer, de Robert Stone, fueron seleccionadas por Felipe para dejar constancia de su fe religiosa. Así, entre versos sobre el mar y la religión, este miembro de la familia real fue despedido en la capilla de San Jorge, bajo las voces de un coro dirigido por James Vivivan, el director musical del Castillo de Windsor.