El columnista del diario neoyorquino hace notar que Trump se echa flores por lo que aparentemente logró, pero que el acuerdo carece de sustancia y detalles.

Por ejemplo, Corea del Norte no se comprometió a abandonar los programas con plutonio y uranio, destruir los misiles balísticos intercontinentales, hacer que inspectores internacionales regresen a los sitios nucleares, darle a conocer al mundo su programa nuclear, mostrar un cronograma y detener las pruebas nucleares.

“Al parecer, Kim fue mejor negociante que Trump, y el estadounidense parece no darse cuenta de ello”, dice el columnista.

Kristof recuerda que se logró más en el acuerdo de 1994, que hizo que Corea del Norte congelara por completo su programa de plutonio.

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El autor cierra su artículo con que Trump le resultó dando la razón a Kim Jong-un sobre que “ama mucho a su país” (¿o sea que no es un dictador?), que los problemas de Corea del Norte no son más graves que los de otros países, y recitando parte de la propaganda norcoreana, como que los ejercicios militares entre EE. UU. y Corea del Sur son provocadores.

Pero la frase que más llama la atención es esta: “No estoy seguro cómo Trump puede obtener crédito por apagar una crisis que él mismo creó”.