Escombros humeantes, esqueletos de autos con vidrios derretidos, un gato cubierto de hollín: tras el devastador paso del incendio más destructivo registrado en California, Paradise (en español, paraíso) se ha convertido en una ciudad fantasma.

“Es devastación, devastación total, es increíble que haya ocurrido algo así”, describe a la AFP Mark Nees, un bombero que llegó de la vecina Oregon para ayudar a sus colegas californianos.

“Hemos visto muchos incendios a través de los años, pero este es el peor que he visto”, dice el jefe de brigada.

En el centro de la ciudad, al igual que en los suburbios, los únicos rastros que quedan de las casas -que en California son en su mayoría hechas de madera- son restos humeantes. En algunas, sólo quedó la chimenea de ladrillos.

Incendio en California

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Algunas construcciones se han salvado extrañamente, como un garaje que estaba rodeado por una cerca de plástico blanco que quedó derretida por el calor.

Los camiones rojos y los trajes amarillos de los bomberos, junto con las camionetas azules de los trabajadores de la compañía de electricidad, son los únicos trazos de color en el desolado paisaje gris ceniciento.