Una de las maravillas del mundo moderno se hunde por la contaminación y sequía del río que la sostiene.

El Taj Mahal es una carta de amor. Fue la manera como el rey del imperio Mogol, Shah Jahan, decidió demostrar sus sentimientos hacia Arjumand Banu Begum, su esposa favorita. El Taj Mahal se erigió como un mausoleo, como la tumba más hermosa de todos los tiempos, luego de que la joven mujer, llamada por su pareja  ‘Mumtaz Mahal’ (la elegida del palacio), muriera al dar a luz, en 1631. Cerca de 20,000 hombres, provenientes de India, Turquía e Irak, se dedicaron a construir el prometido homenaje a orillas del río Yamuna. Sus cúpulas, el exterior de mármol blanco han hecho de Agra, la ciudad india donde se ubica, un epicentro del turismo mundial. Cada año, millones de personas llegan allí para maravillarse de la estructura, de sus pabellones y jardines.

El Taj Mahal es una carta de amor que debía ser eterna, pero hoy aquella promesa de perpetuidad se tambalea. El impacto de la contaminación en sus inmediaciones amenaza su majestuosidad en más de un sentido. La decadencia se hace evidente en el aire y en el agua. En noviembre de 2021 se dio a conocer una fotografía en la que una nube de humo gris cubría la fachada del mausoleo. La contaminación aérea responde a la quema ilegal de cultivos, a las industrias y el movimiento vehicular de ciudades aledañas. Por su parte, el estado del río Yamuna es crítico. El cuerpo de agua es receptor de tóxicos industriales, ha empezado a emitir sulfuro de hidrógeno, que corroe los mármoles blancos de la edificación, y a emitir un olor pútrido por el estancamiento del líquido y por la presencia de aguas residuales.