Luego de haber controlado la pandemia, China prohibió la entrada de extranjeros al país por temor a los “casos importados”, a pesar de que hasta ahora estos han sido en su mayoría de los mismos ciudadanos chinos.

Debido a esto, las autoridades locales decretaron la cuarentena preventiva obligatoria de 14 días para las personas que lleguen de otros partes del país y del exterior, incluso si han dado negativo en las diferentes pruebas del coronavirus.

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El Partido Comunista Chino, además, aplazó su congreso anual –llamado “las dos sesiones”– para asegurarse que los miles de delegados que participan frecuentemente no tengan riesgo de contagiarse.

“Reforzar el control de la gente que vuelve a Pekín se ha convertido en la prioridad más apremiante”, manifestó Ma Liang, profesor de la Escuela de Administración y Políticas Públicas de la Universidad de Renmin.

Para Alfred Wu, docente de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kwan de la Universidad Nacional de Singapur, estas medidas buscan proteger del coronavirus a toda la élite del Partido Comunista.

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El aislamiento obligatorio también aplica para los estudiantes que vuelven a Pekín, los cuales tienen que dar negativo en los tests para poder volver a sus centros educativos. Por su parte, los clientes de los hoteles deben haber dado negativo con la enfermedad en los siete días previos a su estancia en la capital.

De acuerdo con las autoridades sanitarias, en Beijing se han presentado solo 8 muertes y 589 casos de contagio confirmados, siendo una de las ciudades chinas menos afectas con la pendemia del COVID-19.