En noviembre de 2018, el revuelo no fue menor: se anunciaba el nacimiento de unas gemelas con ADN modificado para que pudieran resistir al virus del sida que había contraído el padre.

En una rueda de prensa, unos días más tarde en Hong Kong, el hombre dijo sentirse “orgulloso” del resultado de sus investigaciones, pero el gobierno chino no tardó en acusarlo de laxismo, ordenó la suspensión de sus actividades y abrió una investigación policial contra él.

Este lunes, el científico fue condenado por un tribunal de la ciudad de Shenzhen, donde había llevado a cabo sus investigaciones, por “haber realizado ilegalmente la manipulación genética de embriones con fines reproductivos”, indicó la agencia oficial de prensa china Xinhua.

Según se informó, nacieron un total de tres bebés genéticamente modificados. Las autoridades chinas anunciaron en enero de 2019 que otra mujer estaba embarazada de un niño con el ADN modificado, además de las gemelas, pero el nacimiento de ese bebé no fue confirmado.

En un juicio a puerta cerrada, porque es un caso que afecta a la “vida privada”, según Xinhua, el investigador también fue condenado a pagar una multa de tres millones de yuanes (unos 384.000 euros), mientras que otras dos personas también fueron condenadas con él, pero no se precisó qué funciones desempeñaban. Se trata de Zhang Renli, condenado a dos años de prisión y a una multa de un millón de yuanes, y Qin Jinzhou, que tendrá un año y medio de prisión condicional y pagará 500.000 yuanes. Los dos pertenecían a “institutos médicos de la provincia de Guangdong”, según la agencia.

Cuando estalló el caso, China fue acusada de falta de supervisión. Entonces el país no tenía ninguna ley sobre esta cuestión; solo una reglamentación de 2003 que prohibía la manipulación genética de embriones, pero no preveía ninguna pena para los infractores. Una nueva reglamentación, anunciada en febrero, aplica multas de 100.000 yuanes por las manipulaciones genéticas.

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Un año atrás, el New York Times destacaba el malestar que había causado este anuncio en la comunidad científica internacional, arguyendo que lo hecho por He “constituiría una violación mayúscula a las convenciones científicas internacionales”. Además, subraya que se trata de una práctica prohibida ya en muchos países, y que sus resultados no se han comprobado ni revisado por otros sabios.

He Jiankui, de 35 años, y los otros dos acusados fueron condenados por ejercicio ilegal de la medicina. “El tribunal consideró que los tres acusados no obtuvieron calificaciones médicas y buscaban fama y lucro”, agregó Xinhua. Ambos “violaron deliberadamente la reglamentación sobre la investigación científica y la gestión de la medicina”, señala ese medio.

He Jiankui, formado en Stanford (Estados Unidos), explicó haber usado el sistema Crispr-Cas9, las llamadas “tijeras genéticas” que permiten sacar y sustituir las partes indeseables del genoma. La simplicidad del sistema Crispr ha estimulado a muchos investigadores, pero, al modificar el genoma, el investigador chino provocó otras mutaciones que serán transmisibles a los descendientes de los menores modificados.

“La tecnología todavía no es segura”, dijo Kiran Musunuru, un profesor de genética de la universidad estadounidense de Pensilvania. Muchas veces las “tijeras” Crisp cortan otro gen diferente al inicialmente previsto. “Es fácil utilizarlas si no te importan las consecuencias”, según Musunuru.

Las dos gemelas, llamadas Lulu y Nana (seudónimos), siguen siendo anónimas y se desconoce su paradero.