Según las investigaciones policiales, algunos de los lupanares de la metrópoli utilizan ilegalmente bombas de agua para extraer el líquido de los acuíferos subterráneos que después utilizan en bañeras de hidromasaje, saunas y otros servicios.

Los oficiales tomaron la semana pasada muestras de agua en hasta 82 salones de masajes (eufemismo utilizado para los burdeles con decenas de baños privados donde los clientes demandan servicios sexuales) de la ciudad.

Hasta la fecha, las autoridades han confirmado que al menos cinco de estos negocios bombeaban de manera ilegal agua subterránea mientras continúan con los trabajos de análisis, que podrían tardar semanas en completarse.

“Decenas de estos locales roban agua subterránea para ahorrarse una abultada factura mensual. Es una práctica común muy extendida en la industria”, asegura a Efe Chuwit Kamolvisit, antiguo propietario de al menos seis de estos establecimientos y conocido como el “magnate de la bañera”.

El tailandés, que dice vendió a principios de siglo todos sus lupanares para convertirse en político y azote contra la corrupción, cifra en hasta 400.000 litros la cantidad de agua que un solo burdel succiona cada jornada, lo que supone un ahorro mensual de medio millón de bat (más o menos 44 millones de pesos colombianos) al establecimiento.

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“Muchos de estos burdeles están en mitad de la ciudad. Para extraer el agua necesitan tuberías que alcanzan hasta los 120 metros de profundidad. Son trabajos grandes que no pasan fácilmente desapercibidos”, confiesa el magnate, antiguo dueño de uno de los locales identificados por la Policía.

Chuwit denuncia la corrupción del cuerpo de seguridad, al que acusa de recibir “sobornos” para comprar su silencio y no hacer nada al respecto.

No obstante, el autoproclamado “experto” de la corrupción evita pronunciarse sobre la razón detrás de la reciente actuación policial.

La Ley de Aguas Artesanales, de 1977, establece una sanción de hasta 6 meses de cárcel, una multa de 20.000 bat (1.700.000 pesos colombianos) o ambas, para esta práctica irregular.

Expertos identifican la explotación de acuíferos subterráneos como una de las razones del proceso de subsidencia de la superficie capitalina, a la que se suman la construcción sin control y el aumento del nivel del mar, entre otros factores.

Las avenidas de Ratchadapisek y Petchburi, donde se asientan gran parte de estos enormes complejos sexuales, se encuentran entre los barrios capitalinos cuyo proceso de hundimiento es de los más acelerados.

Varios estudios apuntan hacia la posibilidad de que Bangkok quede parcialmente anegada para 2040 si no se aplican estrictas medidas para frenar la erosión, como limitar la edificación en zonas proclives a padecer inundaciones y la construcción de canales de drenaje en torno al río Chao Phraya.

El hundimiento de Bangkok, en parte debido al terreno arcilloso sobre el que se asienta, es una vieja advertencia de los científicos, lo que no ha frenado el frenesí de los constructores de rascacielos y centros comerciales.

Con EFE

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