En esta ocasión, la temática africana estará en primer plano de la COP27, por la voluntad del país anfitrión de dar voz a los reclamos del continente: básicamente más ayuda para la adaptación al impacto ecológico y medidas colaterales, como una condonación de la deuda externa.

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Pero la guerra en Ucrania, la angustia europea ante la gran crisis del gas y el petróleo y las elecciones legislativas en Estados Unidos (este 8 de noviembre) amenazan con dominar, una vez más, una conferencia que reúne, hasta el 18 de noviembre, a prácticamente toda la comunidad internacional, casi 200 miembros.

El lunes 7 y el martes 8 se celebrará una cumbre de líderes, a la que acudirán hasta un centenar de participantes. Aunque no participará directamente en ese foro reservado a los mandatarios en ejercicio, el reciente ganador de las elecciones brasileñas, Luiz Inácio Lula da Silva, confirmó que acudirá a la COP27, luego de ser inesperadamente invitado por Egipto.

Treinta años después de la histórica Cumbre de la Tierra de Rio (1992), Brasil podría volver a la primera línea del combate contra el cambio climático, después de cuatro años de escepticismo encarnado por el presidente Jair Bolsonaro.

El presidente estadounidense, Joe Biden, confirmó su presencia, pero habrá también destacados ausentes, como el ruso Vladimir Putin o el chino Xi Jinping. China es el máximo emisor de gases de efecto invernadero del planeta y las relaciones con Estados Unidos, que le sigue, son muy frías en la actualidad, lo que no facilita las complejas negociaciones en el seno de la COP, donde todas las decisiones se toman por consenso. Por Colombia, asiste el presidente Gustavo Petro.

La comunidad internacional se comprometió en la histórica COP21 de París (2015) a limitar el aumento de la temperatura media del planeta a un máximo de 2ºC, y preferiblemente a 1,5ºC de aquí a finales de siglo. En lugar de eso, el calentamiento global podría llegar a 2,8ºC, según el último informe de la ONU.

“Nos dirigimos a una catástrofe global”, advirtió la semana pasada el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y las emisiones de gas de efecto invernadero vinculadas a la energía seguirán subiendo hasta alcanzar su pico en 2025, señaló la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

En medio de temores a una recesión mundial, la COP27 se abre precisamente bajo la amenaza de bloqueo a causa de un espinoso tema, los “daños y pérdidas” causados por el cambio climático.

Daños y pérdidas

Los países en desarrollo reclaman la creación de un fondo para enfrentar esos perjuicios causados por la emisión de gases de efecto invernadero, de los que son las principales víctimas. Aunque oficialmente las partes negociadoras de la COP tienen hasta 2024 para tomar una decisión, los “fondos y pérdidas” están en la agenda provisional de Sharm el Sheij, que debe ser aprobada el domingo en la apertura.

“En el primer día de la COP27, los países desarrollados deben responder al llamado del G77 (un bloque de 134 países en vías de desarrollo)”, advirtió un reciente informe del estadounidense World Ressources Institute.

Estados Unidos se muestra renuente a fijar un fondo de daños y pérdidas. China es aliada del G7, mientras que la Unión Europea es abierta a la discusión, aunque con cautela. Alemania, que preside actualmente el club de países ricos (G7), quiere ejercer un papel de “puente”, aseguró su viceministra de Relaciones Exteriores, Jennifer Morgan. Aunque el mundo está viviendo un “momento de turbulencias masivo”, advirtió.

Además del capítulo daños y pérdidas, subsiste una querella en torno a los 100.000 millones de dólares anuales que supuestamente los países ricos deben entregar a los más pobres, para mitigar la emisión de gases CO2 y adaptarse a los efectos del cambio climático. Ese monto anual nunca ha sido alcanzado en la realidad. Faltan unos 17.000 millones de dólares, y los países ricos ya llevan dos años de retraso.

A relanzar el combate al cambio climático

La COP27 se abrió este domingo en Egipto bajo la alarma de los fenómenos meteorológicos extremos y la crisis energética.

“Hemos sufrido a lo largo de este año acontecimientos [meteorológicos] dolorosos […]. Todos estos episodios representan una lección que debe ser aprendida”, declaró en la apertura el ministro de Relaciones Exteriores egipcio, Sameh Shoukry, al asumir la presidencia de la Conferencia, que congrega a casi 200 países.

La ONU y la presidencia egipcia pretenden que esta nueva COP sea la de la “implementación” de acuerdos ya alcanzados. El año pasado, los países miembros se comprometieron por ejemplo a aumentar sus cuotas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y revisar esas metas en Sharm el Sheij.

Pero solo una veintena han anunciado hasta ahora compromisos más exigentes. La COP27 también relanzará el debate sobre los 100.000 millones de dólares que los países en desarrollo deberían recibir anualmente de los países ricos, mediante préstamos o donaciones, para luchar contra el cambio climático. Un proyecto solo parcialmente realizado y que lleva dos años de retraso.