Análisis desde varias aristas.

Recordemos el plebiscito por la paz

El referendo, por allá en el 2016, también nos sorprendió. No sólo porque parecía inaudito que los colombianos votáramos en contra del fin del conflicto armado con las Farc, sino porque las encuestas y lo que se sentía en la atmósfera política era otra cosa: un irrevocable Sí, que se vio derrotado por pocos puntos porcentuales.

Hoy en día, desde el crecimiento de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea, hay poco que las encuestas puedan hacer para medir el barómetro político o conocer quién asistirá a las urnas; ni mucho menos predecir, como lo hacían durante los años 80 y 90, el resultado de las elecciones.

Las sorpresas democráticas más impactantes del siglo XXI sucedieron por fenómenos que no pueden ser explicados sin la instantaneidad y masividad de Internet: llámese Brexit, Donald Trump o Plebiscito por la paz.

Rodolfo Hernández, por supuesto, no pasó a segunda vuelta sólo por un par de tweets y videos en TikTok; él, sin duda, eligió su momento, su audiencia, su discurso y su plataforma de manera efectiva.

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La campaña más veloz y efectiva

Lo más difícil de asimilar, especialmente para Gustavo Petro y sus seguidores, es que Rodolfo Hernandez hizo su verdadera campaña en menos de un mes y el apoyo de figuras deportivas relevantes en Colombia, a través de Twitter, lo pusieron en la cabeza de muchos colombianos, indecisos, que no encontraban en ningún candidato una verdadera posibilidad de voto. Es probable que ni el mismo Rodolfo, ni su equipo de campaña, planearan ni predijeran el impacto de esto. 

Previamente, Hernández tenía tantas posibilidades como quizá tenía el candidato Fajardo. La velocidad con la que esto cambió, además de la informalidad del dónde y cómo sucedió (las redes sociales), explican, entre muchas otras cosas, que las encuestas no pudieran revelar el resultado de las elecciones del pasado domingo 29 de mayo.

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El fenómeno del populismo en un discurso antipopulista

Rodolfo Hernández es el candidato de aquellos que no confían en el uribismo o están totalmente decepcionados del mismo, y personas que no están tan a la izquierda como para votar por Petro.

Hernández no representa la derecha pero tampoco la izquierda. Tiene ideas liberales, como la legalización de la marihuana medicinal y recreacional, pero es empresario y por lo tanto, capitalista, por lo que tampoco podríamos esperar, del ahora favorito candidato, un cambio sustancial en el modelo económico.

Pero, extraordinariamente, aunque Hernández se opone -o al menos así lo ha dicho públicamente – a los grandes partidos y, por lo tanto, a los populismos más grandes que ha tenido Colombia en los últimos 10 años (Uribe y Petro), no está lejos de ser en sí mismo un populista.

Su discurso está dirigido hacia el que él mismo denomina “el pueblo”, y ha acogido en el mismo a varias capas sociales: gran parte de la burguesía colombiana confía en que beneficiará a la empresa; pero también le habla a las clases bajas, al prometer una renta básica de un millón de pesos. Adicionalmente, el discurso anti-corrupción, aunque bastante desgastado, sigue funcionando, especialmente entre la clase media.

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Por esto, Hernández es sin duda un candidato populista, considerado incluso como el Trump colombiano. El único símil que podríamos encontrarle a estos dos, es que es un hombre de negocios, cansado de las formas comunes de hacer política y que ofrece, al menos discursivamente, una alternativa.

Pero se trata de una alternativa sin demasiados detalles, ni propuestas contundentes. Los populismos suelen apoyarse en un sólo enemigo -en este caso el ‘status quo que representan los partidos y candidatos ya conocidos – y en la ambigüedad de sus representaciones ideológicas, tal como sucede con Hernández, una persona que en el centro de la escena política que atravesamos hoy es un político sin ideología.

El ‘pueblo’ es su única ancla política, pero el mismo tiene un significado arbitrario y cubre todos los aspectos sociales que le caben, y es precisamente esta ambigüedad la que más votos le va a conceder a Hernández.

Quién es realmente el cambio

Ambos candidatos representan una ruptura con el gobierno que ha mantenido el poder desde el comienzo de este siglo.

Cuando Santos se opuso a Uribe y recibió el apoyo de personas que eran incluso más de la izquierda que de la derecha, no estaba, sin embargo, representándolos, sino pidiendo otros cuatro años para llevar a cabo un trabajo que se había prometido terminar: traer la paz o al menos, el final de las Farc como grupo armado.

Pero lo que sucede con Rodolfo tiene otras características: es un personaje que no tiene conexión política con los nombres tradicionales, ni las maquinarias políticas a las que estamos acostumbrados, pero no es un rupturista.

Aquellos que van a votar por Rodolfo Hernández en la segunda vuelta, en definitiva, no quieren una ruptura. De hecho, estas personas rechazan o temen un cambio abrupto como el que promete Gustavo Petro.

Por otra parte, Petro es un rupturista. Lo vimos durante su desempeño en Bogotá y seguramente, si gana la segunda vuelta, lo veremos en un Gobierno que promete ser muy conflictivo, difícil y divisorio.

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¿Cuál es el cambio que Colombia necesita?

No resulta fácil de responder. Principalmente porque el triunfo de Petro significaría –y esta es plenamente una opinión– el recrudecimiento de la violencia, por lo menos la paramilitar, la división aún más profunda de Colombia y, en general, cuatro años tumultuosos.

El triunfo de Hernández significaría el rechazo total de Colombia a la izquierda y a la ruptura que muchos temen y que ven reflejada en una Venezuela destruida.

En un país en el que nos hemos peleado por más de 100 años entre un bando y el otro, no sorprendería que la ambigüedad y el populismo de Rodolfo Hernández puedan darle la presidencia.

Illia Collazos escribe este artículo para La Gaitana Periodismo Independiente. Es comunicadora Social de la Universidad de Buenos Aires, ex editora de la revista TKM Colombia. Actualmente se desempeña como especialista en posicionamiento orgánico de búsqueda (SEO), en la Isla de Malta.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.

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