En medio de una crisis en la venta de viviendas en Colombia, se conoce una tendencia inusual: la disminución de los precios de los inmuebles en términos reales, tanto en el mercado nuevo como usado.
A pesar de que los compradores pueden notar ajustes periódicos al alza en los precios de las propiedades, estos aumentos son insuficientes para contrarrestar la inflación que afecta al país, que cerró octubre con un 10,46 %. Este fenómeno se traduce en una disminución real de los precios de la vivienda nueva y una desvalorización en el mercado usado.
Los índices de precios de inmuebles del Banco de la República indican que han transcurrido al menos 15 meses desde que los valores en términos reales comenzaron a disminuir en lugar de aumentar.
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La última vez que los precios aumentaron en términos reales en comparación con el mismo período del año anterior, según el índice del Banco de la República, fue en julio de 2022, con un modesto incremento del 0,1 %. Esto indica el comportamiento de los precios de viviendas en las tres principales ciudades de Colombia: Bogotá, Medellín y Cali, además de sus zonas circundantes.
Según los informes del Emisor, la mayor disminución de precios se ha registrado en los alrededores de Bogotá. En septiembre de 2023, la caída anual de la vivienda en esta región fue del 7 %.
La capital colombiana ha experimentado una disminución constante en los valores, comenzando en abril de 2022 con un 0,6 % y alcanzando un preocupante 6 % en abril de este año.
En febrero de 2023, la capital marcó la mayor caída en los precios, con una disminución del 6,2 %. Este mes también registró la caída más pronunciada en el conjunto de capitales evaluado por el Banco de la República, con una disminución del 6,7 %.
La desaceleración en el mercado inmobiliario plantea preguntas sobre las dinámicas económicas y la toma de decisiones de compra en el sector de la vivienda en Colombia.
¿A quién le corresponde pintar un inmueble en arriendo?
La ley dice que una de las obligaciones del arrendatario es “cuidar el inmueble y las cosas recibidas en arrendamiento”. Siendo así, si la pintura se deteriora por el mal uso del inmueble, es el arrendatario quien deberá pagar las respectivas reparaciones.
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“Mantener en el inmueble los servicios, las cosas y los usos conexos y adicionales en buen estado de servir para el fin convenido en el contrato”, dice la legislatura.
“En consecuencia, si la pintura de las paredes se ha deteriorado a consecuencia de fallas provenientes del inmueble en sí, como puede ser: deficiencia en canales recolectores de aguas, drenajes deficientes, humedades, dilataciones, fisuras, asentamientos diferenciales, y aún el deterioro normal de tres años de uso, compete al arrendador realizar el mantenimiento”, dice el portal Metro Cuadrado.
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