Sentado en los hombres de su padre, este tierno seguidor de los Diablos Rojos de Avellaneda alzó los brazos y los agitó en el aire como los hinchas más apasionados, y no pasó desapercibido en el templo del fútbol suramericano.

El festejo fue producto del gol que le dió el título de la Copa Sudamericana al Rey de Copas el pasado miércoles en Río de Janeiro.

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Seguramente el niño no tiene idea de la trascendencia del título, ni de dónde estaba, pero su celebración ya le ha dado la vuelta al sur del continente.