Desde que se crearon las máquinas tragamonedas hace más de cien años hay personas que sueñan con ‘trampearlas’ para obtener los mayores premios sin esfuerzo. Aunque en algún momento de la historia ha sido posible burlar el mecanismo para generar que la máquina escupa algún premio, esto hoy en día no es posible.
Vamos a estar desenmascarando mitos sobre las tragamonedas, repasaremos algunas de las trampas más comunes y conoceremos a dos estafadores de casino que llegaron a hacerse un nombre propio a costa de todo lo que robaron a las máquinas.
Algunas trampas comunes en las tragamonedas
El ingenio humano no tiene límites. Las personas que quieren estafar a los casinos usan todo tipo de trucos que incluyen monedas falsas, imanes e incluso teléfonos móviles. Muchas de estas técnicas tuvieron éxito por la naturaleza mecánica de las máquinas. Hoy en las salas de casino predomina la electrónica, por lo tanto muchos de estos ardides son imposibles en los avanzados slots que existen ahora.
Trampas con imanes
En los años ‘60 las máquinas tragamonedas eran susceptibles del magnetismo. Los tramposos usaban imanes para hacer que los carretes coincidieran en una combinación ganadora. Luego, si la máquina no entregaba el premio automáticamente, se acercaban al mostrador del casino y pedían la recompensa acorde a esa combinación ganadora.
Está claro que esta trampa está bastante pasada de moda. Las máquinas actuales dependen de un generador de números aleatorios, es decir, de un algoritmo. Además, los resultados se presentan en una pantalla de vídeo. Esto significa que no pueden ser alterados fácilmente con un simple imán. Si hay alguien haciendo trampa ahora con las tragamonedas, seguramente le esté metiendo bastante más esfuerzo.
Monedas falsas y monedas yoyo
Las trampas con monedas también son otro clásico. El uso de monedas falsas era bastante extendido en la época en que las máquinas tenían un mecanismo que interpretaba el valor en base al peso. Entonces, los tramposos usaban una ficha del mismo peso que una moneda y accedían a juegos gratis.
Otra posibilidad consistía en atar una moneda a un hilo, como si fuera un yoyo, para ingresarla y después recuperarla tirando del hilo. Esta trampa tan burda hoy sería imposible, no sólo por los mecanismos de detección de las máquinas sino también por los sistemas de vigilancia de los casinos. No se mueve una mosca en las alas sin que ellos lo sepan.
Monkey Paw
El dispositivo Monkey Paw (pata de mono) es una varilla de metal que se dobla y se ata a una cuerda de guitarra. En teoría, la ‘patita de mono’ es ingresada por la salida de aire de la máquina y con unas maniobras dignas de Misión Imposible, el tramposo logra presionar el botón que libera las monedas dentro del depósito.
Aunque esta trampa suena, dentro de todo, algo lógica, es bastante poco probable que haya existido. Primero, por la dificultad técnica que tiene encontrar el botón del depósito y segundo porque, aún con una enorme habilidad, la persona que la ejecute debería estar varios minutos intentando llegar al botón. Esto alertaría al personal del casino, que inmediatamente invitaría al ‘señor o señora de la varilla’ a retirarse de las instalaciones.
Detectar fallos en el software
La llegada del vídeo a las máquinas tragamonedas, desde entonces llamadas videoslots, no amedrentó a los tramposos. Algunos han dedicado horas de vida a estudiar posibles fallos en el software de algunos juegos que provocaban ganancias más grandes de lo habitual. Los filmaban con teléfonos móviles.
Así, a través del estudio de las filmaciones, confundir al software y acceder al bote. Esto tuvo una consecuencia sobre los ganadores honestos: en algunos casos los casinos se han negado a entregar premios por sospecha de trampa.
Con nombre propio
Si hablamos de tramposos tenemos que mencionar a dos personas en particular que estafaron casinos por cientos de miles de dólares a través de la modificación de los sistemas de las máquinas tragamonedas. Ellos son Dennis Nikrasch y Tommy Carmichael.
Dennis Nikrasch
El historial delictivo de Dennis Nikrasch no se restringió únicamente a las tragamonedas, sin embargo fue con ellas con quien amasó la mayor fortuna. Se estima que logró robar 15 millones de dólares de los casinos de Las Vegas.
Llegó a comprarse una máquina para diseccionar cada parte y sus defectos. Sus habilidades como cerrajero lo ayudaron a entender el mecanismo, pero su éxito se basaba principalmente en los chips. Se unió a un grupo de estafadores y alteró los chips de las máquinas de los casinos para ganar varias veces en distintas salas. Lo atraparon y pasó buena parte de sus últimos años de vida en la cárcel.
Tommy Carmichael
Si hubiera un “paseo de la fama” de las trampas con tragamonedas, el nombre de Tommy Glenn Carmichael ocuparía un lugar central en él.
Fue un gran inventor de trampas. Aparte de idear el Monkey Paw que describíamos en este texto, también es conocido por haber creado una varita de luz para modificar los premios. Así consiguió hacerse un nombre en Las Vegas.
Fue detenido por el FBI y pasó tiempo en la cárcel, además de ser vetado de todos los casinos, a través de la adición de su nombre al Libro Negro (black book), como es lógico.
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