Cuando se trata de creatividad, Netflix Colombia sabe encontrar inspiración en lo auténtico y en lo que conecta con la gente. Esta vez, apostó por lo local y lo simbólico para despedir una de sus series más icónicas. ¿Cómo? Llevando el cierre de El juego del calamar a Calamar, Bolívar, y conectando el universo de la ficción con los códigos reales de un pueblo colombiano que, por unos días, hizo parte del fenómeno global.
No es la primera vez que Netflix activa en Colombia. Para la segunda temporada de la serie ya había hecho presencia en el país, pero esta vez llevó la apuesta mucho más lejos. No solo se trató de grabar un video en locación. Fue convertir un pueblo real en parte del universo de la serie, jugando con su nombre, pero también con su atmósfera, su gente y su cotidianidad.
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Y el resultado es poderoso: en medio del calor del Caribe colombiano, la muñeca de “luz verde, luz roja” aparece de nuevo. Esta vez, acompañada de un nuevo muñeco que formará parte del cierre de la historia. Todo esto montado en un pueblo que, por unos días, se transformó por completo.
Detrás de este video no hubo sets falsos ni escenas importadas: la producción fue 100% nacional, hecha por talento local. Es una forma de hacer campañas que no solo llaman la atención, sino que también dejan algo más allá del contenido. Una forma que convierte un lugar en parte del relato, y le da un giro local a una historia nacida al otro lado del mundo.Netflix lo volvió a hacer, y lo hizo desde una idea brillante y muy bien ejecutada. En un momento en el que todo compite por atención y se busca ser viral, esta campaña demuestra que lo realmente memorable, nace de una historia bien contada, en el lugar indicado y con las personas indicadas.Hoy, Calamar Bolívar, no solo comparte nombre con la serie. También es parte del final de una historia que comenzó en Corea del Sur. Y lo hace con identidad, con sabor local y con acento colombiano.
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