Los ‘millennials’ son una de las generaciones más numerosas, ubicándolos en el 50 % que ocupa el mercado laboral. Lo que hace que las mujeres pertenecientes a la generación sigan teniendo el reto de siempre tener “algo que demostrar”, para validar su talento.

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En este sentido, la docente Maite Moreno de ‘EAE Business School’ explica que el síndrome de impostor se basa “en las preconcepciones que hacen ver como inseguras y con falta de confianza a las personas, dudando de esta manera de sus habilidades, haciéndolas sentir vulnerables y en fraude”.

Vale la pena resaltar que lo sufren tanto mujeres como hombres, pero “en el mercado laboral parece predominar más en las mujeres”, señala Moreno.

Qué es el síndrome del impostor

La primera vez que se habló de este síndrome fue en 1978 mostrando que afecta de manera desproporcionada a las mujeres que ocupan cargos directivos, a quienes les resulta difícil aceptar sus logros, cuestionándose si merecen elogios por su trabajo.

Para Moreno “el síndrome de impostor no se limita al trabajo, puesto que también sienten la necesidad de aprobación constante y masiva de todo lo que hacen.”

Es decir, si una persona se prepara durante meses para un examen de ingreso a una empresa pública o privada, pasa e inicia sus labores, es ascendida por su desempeño y tiene personas a cargo, pero no cree en su potencial ni sus habilidades que la hacen merecedora de estar allí, tiene el síndrome de impostor.

Aunque se tiene mucho desconocimiento en algunos países de este término, el síndrome de impostor ha tomado fuerza en los últimos años.

Según la Asociación Americana de Psicología, afecta principalmente a los ‘millennials’, porque fueron educados por padres que enviaron mensajes mixtos, combinados entre elogios y críticas, lo cual hizo que aumentará el riesgo de sentimientos fraudulentos.

“La intensa presión que se ejercen ellos mismos para diferenciarse a través de sus habilidades o llevar una vida socialmente perfecta. A lo anterior se suma la masificación del uso de las redes sociales, espacios virtuales en donde no dejan de recordarles los logros de los demás, lo que hace inevitable que se comparen constantemente, convirtiéndose así, en una fuerte directa que ataca a la autoestima”, señala la docente de EAE.

La presión social, las circunstancias y sus características innatas como ‘millennials’ hacen que no siempre se sientan tan seguros en el lugar de trabajo.

Qué causa el síndrome de impostor

El síndrome de la impostora es el resultado de varios factores, incluidos los rasgos de personalidad, tales como el perfeccionismo y los antecedentes familiares.

Una teoría es que se origina en familias que valoran el éxito por encima de todo. Por otro lado, las mujeres son más propensas debido a las presiones que existen para conciliar la vida laboral con la familiar, sintiéndose que no realizan bien su trabajo o su función de madres en algunos casos.

Algunos de los síntomas son incapacidad para evaluar de manera realista sus competencias y habilidades, atribuir su éxito a factores externos (locus of control externo), miedo a no estar a la altura de las expectativas, sabotear su propio éxito, dudar de sí mismas y establecer metas muy desafiantes.

¿Puede afectar el desempeño laboral?

Si no se trata a tiempo puede traer un impacto negativo en sus carreras profesionales, porque contribuye a la ansiedad, al aumento de las dudas y los temores persistentes al fracaso.

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Por eso, quienes lo sufren, siempre quieren demostrar que son capaces, por eso trabajan en exceso, se sugiere reevaluar esto, según Moreno.

Actualmente no existe un tratamiento específico para el síndrome de la impostora, pero uno de los primeros pasos para superarlo es reconocer los pensamientos de frustración y ponerlos en perspectiva, analizando si ese pensamiento me ayuda o me genera frustración. También es importante acudir a psicología si la autoestima se ve vulnerada.