Escrito por:  Redacción Vivir Bien
Mar 20, 2024 - 4:34 pm

Hay una gran variedad de animales que han desarrollado la capacidad de producir y utilizar veneno como herramienta de defensa o para capturar presas. Sin embargo, surge la pregunta de ¿cómo es posible que estos animales no se envenenen así mismos al manipular sus toxinas?

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Según el portal National Geographic, estos animales no se envenenan a sí mismos gracias a una serie de adaptaciones evolutivas que les permiten manejar sus toxinas sin sufrir daño alguno. Estas adaptaciones pueden variar según el tipo de animal y el veneno que produce, pero algunas de las más comunes son:

  1. Almacenamiento especializado: el veneno se produce y se almacena en glándulas especiales que lo mantienen aislado del resto del cuerpo del animal. Estas glándulas suelen estar ubicadas en zonas donde el animal tiene poco contacto con ellas, como la cabeza o la cola.
  2. Inmunidad: han desarrollado una inmunidad natural a su propio veneno. Esto se debe a que sus células tienen receptores específicos que no se ven afectados por las toxinas.
  3. Modificaciones en el veneno: algunas toxinas son modificadas por el propio animal para que sean menos dañinas para sí mismo. Por ejemplo, la serpiente de cascabel produce una versión de esta toxina que es menos tóxica para sus células que la que inyecta a sus presas.
  4. Barrera física: algunos animales venenosos, como las ranas venenosas, tienen una barrera física que les protege del contacto con su propio veneno. En el caso de esta especie de animal, esta barrera está formada por una capa de piel gruesa y mucosa.
@mundomuycuriosotop ¿Por qué no se envenenan a si mismos los animales ponzoñosos? #mumdomuycurioso #animales #ranas #ranadardo #veneno #datoscuriosos #curiosidades ♬ Cute – Aurel Surya Lie

¿Por qué los animales coloridos son los más venenosos?

La relación entre coloración y veneno es un fenómeno conocido como ‘aposematismo’. Este término es una estrategia de supervivencia que utilizan algunos animales para advertir a los depredadores de su peligrosidad. Los colores llamativos como el rojo, amarillo, naranja o negro, son fácilmente detectables por los depredadores, quienes aprenden a asociarlos con una experiencia desagradable, como el sabor amargo o el dolor de una picadura.

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