“Los adultos jóvenes y de mediana edad en América Latina y el Caribe tienen una mayor probabilidad de morir o enfermarse gravemente de coronavirus que sus pares en regiones más desarrolladas”, indicaron los especialistas del BID Juan Pablo Chauvin y Juan Nicolas Herrera, en un estudio conjunto con la académica Annabelle Fowler.

Los expertos analizaron estadísticas oficiales y determinaron que en los países en desarrollo los grupos de edad más jóvenes representan una proporción “significativamente mayor de las muertes por COVID-19” en relación a los países de altos ingresos.

Un ejemplo es el caso de Colombia, donde por cada 100 muertes por coronavirus, cerca de 30 corresponden a personas menores de 60 años, mientras que en Estados Unidos solo 12 de cada 100 muertes corresponden a ese mismo grupo etario.

“Los pacientes de COVID-19 que no son de la tercera edad tienen más probabilidades de morir de la enfermedad en México y Colombia que en Estados Unidos y Canadá”, indicaron los investigadores, que no encontraron diferencias significativas al estudiar los datos de la población de mayores de 80 años.

Un dato muy elocuente es que un paciente positivo promedio en el grupo etario de 40 a 49 años en Colombia o México tiene estadísticamente la misma probabilidad promedio de morir por el virus que un paciente enfermo del grupo etario de 60 a 69 años en Canadá o Estados Unidos.

Lee También

Muertes por coronavirus con enfermedades preexistentes y hacinamiento

Los autores compararon los datos de cinco países de altos ingresos y los cinco países en desarrollo con más alto número de muertes confirmadas: Francia, Gran Bretaña, Italia, España y Estados Unidos y por el otro lado Brasil, Colombia, México, Perú y Sudáfrica.

Esas probabilidades menores de recuperarse al virus se explica también porque hay una mayor prevalencia de enfermedades preexistentes relacionadas con complicaciones y un acceso más limitado a hospitales en algunos países.

Entre las enfermedades citadas están las complicaciones renales crónicas, los trastornos neurológicos, el VIH/SIDA y la tuberculosis.

Con respecto a los cuidados hospitalarios, los autores señalaron que en Colombia y México los pacientes de este grupo tienen un acceso relativamente más bajo a la UCI, en caso de ser hospitalizados.

Los expertos también citaron que otros estudios han vinculado a una propagación más rápida de la enfermedad factores como el hacinamiento residencial, el acceso al agua corriente y la informalidad del mercado laboral.

“A medida que los países determinan cómo distribuir mejor sus vacunas, nuestro trabajo sugiere que, en el mundo en desarrollo, la edad puede no ser un indicador suficiente del riesgo de mortalidad por COVID-19 que enfrenta una persona”, concluyó Chauvin.