
Los colombianos, pendientes de la salud de Miguel Uribe luego del atentado en contra, siguen también con atención las recomendaciones que sirvan para evitar complicaciones a futuro.
A pesar de que parezca una situación inofensiva, el tiempo para orinar es determinante en el momento del cuidado del cuerpo, por lo que se deben revisar los detalles al hacerlo.
De hecho, la ciencia es contundente al poner un espacio promedio que sirve como dato útil al momento de llevar a cabo este acto que, si bien es muy personal, tiene algunos parámetros básicos.
¿Cuánto es normal tardar al orinar sin riesgos?
El tiempo promedio que se debe tardar en orinar oscila entre los 20 y 30 segundos en un adulto sano con la vejiga llena, según los expertos en urología y salud. Este rango se considera normal para una micción completa y sin esfuerzo.




Es importante destacar que esta duración puede variar ligeramente de una persona a otra y por factores como:
- Volumen de orina: una vejiga más llena resultará en una micción más prolongada.
- Ingesta de líquidos: cuanta más agua o líquidos se consuman, mayor será el volumen de orina y, por lo tanto, el tiempo de micción.
- Edad: a medida que las personas envejecen, pueden experimentar cambios en la función de la vejiga y la uretra. En hombres mayores, el agrandamiento de la próstata (hiperplasia prostática benigna – HPB) puede causar un flujo urinario más lento y un tiempo de micción prolongado. En mujeres mayores, el debilitamiento de los músculos del suelo pélvico también puede influir.
- Condiciones médicas: diversas afecciones pueden afectar el tiempo y la frecuencia de la micción.
¿Cuáles son signos de alarma al orinar?
Los urólogos y especialistas en salud urinaria sugieren prestar atención si el tiempo de orinar se desvía significativamente de este promedio o si se presentan otros síntomas:
- Micción demasiado corta (menos de 20 segundos): podría indicar que no se está vaciando la vejiga por completo o que se está orinando con mucha frecuencia en pequeñas cantidades.
- Micción demasiado prolongada (más de 30-40 segundos) o con dificultad: esto podría ser un signo de obstrucción en el flujo urinario (por ejemplo, debido a un agrandamiento de la próstata en hombres, estrechamiento uretral), debilidad de los músculos de la vejiga, o una vejiga hiperactiva que no se relaja completamente.
- Chorro débil o entrecortado: en lugar de un flujo continuo y fuerte.
- Necesidad de pujar o hacer esfuerzo: para iniciar o mantener el flujo de orina.
- Goteo post-miccional: después de terminar de orinar.
- Frecuencia urinaria excesiva: orinar más de 8 veces en 24 horas, especialmente si interrumpe el sueño (nicturia).
- Sensación de no haber vaciado completamente la vejiga.
- Dolor o ardor al orinar.
Si una persona nota que su tiempo de micción es consistentemente muy corto o muy largo, o si experimenta alguno de los síntomas mencionados, es recomendable consultar a un especialista en urología. Un profesional puede realizar exámenes como la uroflujometría para medir la velocidad y el volumen de la micción, y determinar si existe alguna condición subyacente que requiera tratamiento.
¿Por qué no se debe apurar al orinar?
No se debe apurar al orinar, o hacer fuerza para vaciar la vejiga rápidamente, por varias razones importantes relacionadas con la salud y el funcionamiento del sistema urinario. Apresurar el proceso, especialmente de forma regular, puede llevar a una serie de problemas a corto y largo plazo.
- Vaciamiento incompleto de la vejiga: cuando se apura o se hace fuerza, es muy probable que la vejiga no se vacíe completamente. La vejiga está diseñada para contraerse de manera eficiente para expulsar la orina. Si la apuras, los músculos pueden no coordinarse correctamente o relajarse lo suficiente para permitir una evacuación total. Eso tiene una delicada consecuencia, pues la orina residual en la vejiga es un caldo de cultivo ideal para bacterias, lo que aumenta significativamente el riesgo de desarrollar infecciones del tracto urinario (ITU). Además, el vaciamiento incompleto puede generar una sensación constante de vejiga llena o la necesidad de orinar con mayor frecuencia.
- Disfunción del suelo pélvico: la micción normal implica la relajación de los músculos del suelo pélvico y del esfínter uretral externo, mientras la vejiga se contrae. Si hace fuerza o aprieta, estás contrayendo, en lugar de relajar, estos músculos. Con el tiempo, esta práctica puede conducir a una disfunción del suelo pélvico. Los músculos pueden volverse hiperactivos (tensos y dolorosos) o debilitarse, lo que puede manifestarse como: dolor pélvico crónico, problemas de incontinencia y dificultad para orinar o defecar.
- Presión sobre la vejiga y uretra: aplicar presión abdominal para forzar la salida de la orina ejerce una tensión innecesaria sobre la vejiga y la uretra. Esto puede contribuir al debilitamiento de la pared de la vejiga con el tiempo y, en casos extremos, favorecer la formación de divertículos en la vejiga (pequeñas bolsas que se forman en la pared de la vejiga y pueden acumular orina o infecciones). En hombres, también puede aumentar la presión sobre la próstata.
- Descoordinación vesico-esfinteriana: este término médico se refiere a la falta de sincronización entre la contracción de la vejiga y la relajación del esfínter urinario. Forzar la micción puede alterar este proceso natural. Como consecuencia queda la dificultad para vaciar la vejiga, necesidad de hacer fuerza constante, lo que retroalimenta el problema y puede llevar a un círculo vicioso de disfunción urinaria.
- Riesgo de reflujo vesicoureteral: aunque es más común en niños y asociado a ciertas anomalías, en algunos casos, la presión excesiva durante la micción puede, teóricamente, aumentar el riesgo de que la orina regrese a los uréteres y, en última instancia, a los riñones. Esto podría potencialmente causar infecciones renales si la orina que refluye está contaminada.
¿Qué significa el color de orina?
El color de la orina es un indicador importante de la salud e hidratación. Está influenciado por un pigmento llamado urocromo, y su concentración varía según la cantidad de líquidos que consumes. Aquí, lo que puede significar cada color:
- Amarillo pálido o transparente: indica una hidratación óptima. Se está bebiendo suficiente agua.
- Amarillo claro a dorado: es el color más común de la orina normal. Sugiere que se está bien hidratado, aunque se podría beber un poco más de agua.
- Amarillo oscuro o ámbar: puede ser un signo de deshidratación leve a moderada. Se necesita aumentar la ingesta de líquidos.
- Naranja: deshidratación severa, consumo de ciertos alimentos como zanahorias o remolacha, medicamentos (fenazopiridina, algunos laxantes, vitaminas A y B12) o problemas en el hígado o el conducto biliar, especialmente si se acompaña de heces de color claro o piel y ojos amarillos (ictericia).
- Rojo o rosado: consumo de alimentos como remolacha, moras o ruibarbo. Ejercicio físico intenso. Sangre en la orina (hematuria) como señal de alarma y puede indicar infecciones urinarias, cálculos renales, traumatismos, problemas en la vía urinaria o, en casos más graves, cáncer de vejiga, próstata o riñón. Se debe consultar a un médico de inmediato. Medicamentos (rifampicina, laxantes con sena).
- Azul o verde: consumo de ciertos alimentos (espárragos) o colorantes alimentarios, medicamentos (amitriptilina, indometacina, propofol, azul de metileno), raras afecciones médicas o infecciones urinarias causadas por ciertas bacterias (ej. Pseudomonas aeruginosa).
- Marrón oscuro o ‘color té/cola’: deshidratación muy intensa, consumo de ciertos alimentos (habas, frijoles, aloe), medicamentos (cloroquina, metronidazol, laxantes con cáscara o sena),problemas hepáticos o renales graves, rabdomiólisis (descomposición muscular severa), que libera mioglobina en la orina.
- Turbia o lechosa: infección del tracto urinario (ITU), a menudo acompañada de mal olor y necesidad frecuente de orinar, cálculos renales (cristales de sales), exceso de proteínas o fosfato y flujo vaginal o secreciones.
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