El atormentado padre se llama Iván Repila, un reconocido novelista y editor español, que narra la historia de ‘The Cebrit’, el nombre de una cebra de peluche con la que su pequeña hija duerme y que no deja ni que le laven, y que él describe como un muñeco sin mucho relleno y más bien feo y sucio:

“A veces tengo más miedo de perder el muñeco que a mi hija: a ella se le puede encontrar por el rastro de destrucción que deja”, señala Repila, de 43 años, en su seguidilla de trinos:

El estrés para el padre comenzó cuando llegó la hora de que la niña se fuera a la cama, pues no aparecía el amado peluche.

Repila relata que se dio cuenta de su ausencia a mediodía, mientras la niña dormía una siesta, y no se preocupó mucho en ese momento, pues confiaba en que la cebra aparecería.

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Con el paso de las horas, el hombre y su esposa comenzaron a buscar en todos los rincones de su hogar y hasta en los sitios más improbables, pero nada que la encontraban.

La tensión fue creciendo ante la inminencia de una posible pataleta de la dueña de la cebra y fue cuando a la abuela de la niña, que había aseado el apartamento en la mañana, se le ocurrió bajar hasta un sitio donde había donado libros esa mañana a preguntar si habían visto la cebra: la respuesta fue negativa.

Finalmente, cuando ya llegaba la ‘hora cero’, es decir, la hora de dormir, y después de que la madre le mintió a la niña sobre que la cebrita “se había ido de vacaciones y que no estaría esta noche”, los padres cogieron la piyama (la misma que en varias oportunidades habían echado a un lado para buscar a ‘The Cebrit’) para ponérsela a la niña, y notaron que el muñeco de peluche estaba entre una de las mangas.

La recompensa a un día de alta tensión fue tomarse un vino en sana paz, con su esposa al lado y la niña dormida plácidamente, abrazando a su cebrita.