El atormentado padre se llama Iván Repila, un reconocido novelista y editor español, que narra la historia de ‘The Cebrit’, el nombre de una cebra de peluche con la que su pequeña hija duerme y que no deja ni que le laven, y que él describe como un muñeco sin mucho relleno y más bien feo y sucio:
No sabemos de dónde vino The Cebrit. Apareció un día en casa, en manos de la niña, pero nadie pudo reconocer ese trapillo menudo, sucio y lastimero. Una cebra pocha, con poco relleno, feúcha.
La niña, sin embargo, la escogió de entre los otros peluches bellos y suaves.
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
“A veces tengo más miedo de perder el muñeco que a mi hija: a ella se le puede encontrar por el rastro de destrucción que deja”, señala Repila, de 43 años, en su seguidilla de trinos:
Mi hija tiene un muñequito sarnoso que no se puede lavar ni perder porque lo necesita para dormir.
De hecho, a veces tengo más miedo de perder ese muñeco que de perder a mi hija: a ella se la puede encontrar por el rastro de destrucción que deja.
A LA CEBRITA, NO.
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— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
El estrés para el padre comenzó cuando llegó la hora de que la niña se fuera a la cama, pues no aparecía el amado peluche.
Desde entonces, The Cebrit se ha convertido en una compañera indispensable para el buen discurrir del adormecimiento. Si no hay The Cebrit, en esta casa se llora y se grita hasta que The Cebrit aparece.
La primera regla de The Cebrit es que The Cebrit nunca está cerca.
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
Repila relata que se dio cuenta de su ausencia a mediodía, mientras la niña dormía una siesta, y no se preocupó mucho en ese momento, pues confiaba en que la cebra aparecería.




Con el paso de las horas, el hombre y su esposa comenzaron a buscar en todos los rincones de su hogar y hasta en los sitios más improbables, pero nada que la encontraban.
A partir de ahí, los tres como salvajes, el caos.
Hemos levantado colchas, colchones, somieres. Alfombras, cajas, cuadros. He revisado la basura orgánica, la de plástico, la de cartón. Hemos mirado en la lavadora, los armarios, la nevera.
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
La tensión fue creciendo ante la inminencia de una posible pataleta de la dueña de la cebra y fue cuando a la abuela de la niña, que había aseado el apartamento en la mañana, se le ocurrió bajar hasta un sitio donde había donado libros esa mañana a preguntar si habían visto la cebra: la respuesta fue negativa.
Mi suegra, en un acto de EXTREMA DESESPERANZA, ha bajado al sitio donde había donado los libros A PREGUNTAR SI SE HABÍA DEJADO UNA CEBRA.
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
Finalmente, cuando ya llegaba la ‘hora cero’, es decir, la hora de dormir, y después de que la madre le mintió a la niña sobre que la cebrita “se había ido de vacaciones y que no estaría esta noche”, los padres cogieron la piyama (la misma que en varias oportunidades habían echado a un lado para buscar a ‘The Cebrit’) para ponérsela a la niña, y notaron que el muñeco de peluche estaba entre una de las mangas.
EN LA PUTA MANGA DEL PIJAMA…
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
Y mi hija, que no se ha enterado prácticamente de nada, duerme ahora plácida en su cuna, acompañada por ese muñeco tan sucio que solo tiene rayas negras y rayas muy negras.
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
La recompensa a un día de alta tensión fue tomarse un vino en sana paz, con su esposa al lado y la niña dormida plácidamente, abrazando a su cebrita.
Y yo me he puesto un vino.
Mañana adjunto foto, amigues. Lo prometo. De momento, recordad, para este 2021, que The Cebrit está siempre más cerca de lo que creemos.
❤️
— Iván Repila (@IvanRepila) January 4, 2021
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