En Colombia, la lengua de señas fue reconocida como idioma de la comunidad sorda por medio de la Ley 324 de 1996 y, aún con su regulación, la educación para ellos se hace compleja por las brechas discriminatorias existentes en la sociedad. Por esta razón, se necesita que el Ministerio de Educación profesionalice este idioma y aumente la oferta académica para docentes e intérpretes con el objetivo de prepararlos para educar y alfabetizar a las personas sordas, propendiendo por una verdadera inclusión. 

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La Ley 1618 de 2013 y el decreto 1421 de 2017 adoptaron acciones afirmativas y ajustes razonables para reducir la discriminación en el marco de la reglamentación de la educación inclusiva para las personas con discapacidad auditiva, pero aún no se ha legislado sobre su profesionalización. 
 
Según el Instituto Nacional para Sordos (INSOR), del total de personas que tienen una discapacidad auditiva el 1.20 % acceden a educación preescolar, el 17.8 % a educación básica, el 0.61 % a estudios técnicos o tecnológicos, el 0.73% a estudios universitarios y el 12.6 % es analfabeta, lo cual es preocupante en términos de derechos fundamentales e inclusión para la comunidad sorda.  

Un funcionario del INSOR, entidad adscrita al Ministerio de Educación, menciona lo siguiente: “En Colombia se conoció el idioma de la comunidad sorda como lengua de señas en el año 1994 con la Ley general de educación; 26 años después solo 40 colegios cuentan con oferta bilingüe y bicultural y, solo tres universidades tienen una oferta de profesionalización de la lengua de señas: la Universidad de Antioquia, Universidad del Valle y la Universidad del Bosque”. 

La lengua de señas hace parte de un sistema de signos lingüísticos con significado; es un código especial de comunicación que requiere su conocimiento mediante la intermediación lingüística, por esto, referirse a esta como “lenguaje de señas” es un error muy común. El lenguaje es la capacidad que tiene cualquier ser humano de expresarse y comunicarse, mientras que, la lengua de señas es viso gestual, es decir, se entiende como una herramienta lingüística usada por las personas sordas para comunicarse con mayor facilidad mediante señas y gestos.  

Así pues, Johana, una trabajadora con discapacidad auditiva comenta lo siguiente: “Es necesario aumentar los esfuerzos para el acceso a la educación de la comunidad sorda. Yo me gradué de la Universidad, pero fue muy difícil. A veces los profesores no sabían cómo abordar ciertos temas conmigo y me tocaba contratar intérpretes para poder entender. Nosotros necesitamos que existan proyectos reales que propendan por las garantías de nuestra educación. Lo mejor es profesionalizar la lengua de señas y crear una mejor oferta académica”, aseveró.  

Sonaida Sarmiento afronta una situación similar a la de Johana. Ella es la madre de Gabriel Rodríguez, un niño de 12 años que nació con discapacidad auditiva y a quien, a los 3 años, le pusieron un implante coclear. Él estudia en el colegio La Inmaculada, una institución ubicada en el municipio de Chía y que desde hace algunos años le ha venido apostando a la inclusión educativa. “Él a veces confunde las palabras, las escucha de una manera, pero cuando quiere escribirlas le cuesta. Si yo, que soy su mamá, a veces no le entiendo, imagínate los educadores. Él, muchas veces necesita poder comunicarse de otra manera, pero los maestros no están en la capacidad de entenderlo, no porque no quieran sino porque a ellos en la universidad no les enseñan. Yo pienso que es importante que ellos tengan la habilidad de comunicarse en lengua de señas porque en algún punto mi hijo lo va a necesitar”, contó Sonaida. 

Así mismo, la Hermana Nidia Arguello, rectora del Colegio La Inmaculada asegura: “Creo que aprender lengua de señas en un ámbito académico es un paso gigantesco para promover la inclusión. El objetivo es poder darles una educación de calidad y enseñarles a evitar la segregación en contextos cotidianos de la sociedad. No obstante, el problema radica en la malla curricular de los docentes. En las universidades, cuando estudiamos una licenciatura, no nos enseñan a tratar con este tipo de niños y eso retrasa y dificulta la tarea de la inclusión”. Además, la hermana fue enfática al decir que el Ministerio de Educación debe “ponerse la camiseta” y, en alianza con diversas entidades y fundaciones expertas en el tema, cambiar la malla curricular en los colegios y empezar a enseñar la lengua de señas a los profesores, alumnos y directivos de las instituciones.   
 
A pesar de todo esto, hay una buena noticia: las universidades y el Ministerio de Tecnologías de la Información han desarrollado proyectos encaminados a la mejora de la educación de esta comunidad. Por ejemplo, la Universidad Minuto de Dios presentó un proyecto liderado por el profesor Alexander Tobar al que llamó “Sistema para interpretación en tiempo real de voz en un idioma determinado hacía la lengua de señas”. Este sistema cuenta con un método de decodificación de la voz que es interpretada en lengua de señas y presentada con un avatar que puede ser proyectado en cualquier tipo de dispositivo digital de visualización. 

Por su parte, el Gobierno Nacional anunció, en enero de 2021, que seguirá prestando los servicios del Centro de Relevo, programa que permite la comunicación bidireccional entre personas sordas y oyentes, a través de una plataforma tecnológica que, según la exministra Karen Abudinen, cuenta con el servicio de interpretación en lengua de señas colombiana. Así mismo, la Universidad de La Sabana, desde el Centro Internacional de Lenguas y Culturas Extranjeras, busca generar y poner en práctica nuevos proyectos en pro de la inclusión. Catalina Cuervo, directora de innovación del Centro, afirmó: “La Universidad tiene muchos proyectos en materia de idiomas para los estudiantes. Sin embargo, sería interesante conocer los programas de enseñanza de lengua de señas y, eventualmente, poder ofrecerlo dentro de la oferta académica de lenguas que tenemos en la Institución”. 

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Así pues, la solución no radica en poner a personas con cualquier tipo de discapacidad en un mismo lugar y alegar inclusión. El objetivo debe ir encaminado a crear alianzas entre instituciones y mallas curriculares educativas en las que cada persona con discapacidad sea instruida de acuerdo con su necesidad. En específico, la comunidad sorda necesita que el Gobierno haga frente a las carencias educacionales presentes para ellos, reestructurando la malla curricular para las personas que estudien alguna licenciatura; además, es necesario extender la oferta académica de la lengua de señas en las instituciones de educación superior del país para aumentar la cantidad de intérpretes y docentes con las habilidades propias de la comunicación y enseñanza para las personas sordas. Aunque es un fin muy amplio y que llevará mucho tiempo y trabajo, es importante que todos los individuos puedan participar en la sociedad. Eso es importante, de manera particular, en un país como Colombia. 

Por: Alejandra Bello.

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.