[…] Todos los días, los medios periodísticos y algunos establecimientos comerciales colombianos (estos últimos mediante volantes y pasacalles), pregonan concesiones y valores agregados, pero incluyen un error idiomático: hablan con redundancia al referirse a la gratuidad. El mal se ha vuelto común, y por ello quienes lo usan están convencidos de que es correcto hacerlo. Pero no es así.
Veamos unos ejemplos:
- «Compre dos productos, y lleve totalmente gratis un jabón de bola».
- «Entrada completamente gratis».
- «Inscripción totalmente gratis».
- «Compre su calzado aquí, y lleve, absolutamente gratis, un zapato para el pie derecho».
Las autoridades lingüísticas señalan que, aunque se usen formas adverbiales (completamente, totalmente y absolutamente), el adjetivo gratis y el adverbio gratuitamente siguen significando ‘de balde, sin cobro alguno’.
Cuando uno, movido por anuncios publicitarios como los de los ejemplos citados, se aventura a comprar algún producto o servicio tiene bien claro que, si le van a encimar algo, no tendrá valor económico alguno. ¡Será gratis! Es decir, será totalmente ¡libre de pagos! Porque no hay gratuidad a medias; ninguna cosa se consigue «medianamente gratis», «casi gratis» o «parcialmente gratis».
Gratis es, entonces, un término que encierra totalidad o absolutismo. Si a uno le cobran, aunque sea un valor simbólico (cincuenta pesos, por ejemplo), ya aquello que le entregan no es gratis.
Las formas simples y correctas para los casos arriba citados, son:
- «Compre dos productos, y lleve gratis un jabón de bola».
- «Entrada gratis». (O gratuita).
- «Inscripción gratis».
- «Compre su calzado aquí, y lleve gratis un zapato para el pie derecho».
Este «cáncer lingüístico» ya hizo metástasis entre muchos hispanos. Es, por lo tanto, difícil «extirparlo» del vocabulario de publicistas, diseñadores gráficos, locutores, periodistas, consumidores, presentadores de televisión, funcionarios… Aunque si ellos se empeñaran en superar ese error, lo lograrían.
Queda, cuando menos, el antecedente de que se les hizo notar. Si no lo corrigen, pese a que la observación se les ha hecho completamente libre de pagos, es decir, ¡gratis!, entonces estaremos, sencillamente, ante gente necia, testaruda, contumaz, obstinada, terca, orgullosa…
(Los adjetivos calificativos aquí usados ¡también son gratis!).
¡Hablar y escribir bien: el reto de hoy!
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