Cuando se lee un libro de una epidemia viviendo una pandemia las reflexiones sobre la temporalidad de la vida, sobre la validez del cansancio existencial, sobre la evaluación de la vida hasta ahora vivida, de las relaciones madre-hija, del amor tóxico, son inevitables. 

En ‘Mugre Rosa’ (Literatura Random House, 2020), de la uruguaya Fernanda Trías (Montevideo, 1976), que se lanzó el pasado 6 de abril en Colombia, se nos desvelan poco a poco las ansiedades, los aciertos y desaciertos individuales y colectivos de una sociedad enferma, resquebrajada en donde los privilegiados son quienes logran escapar más rápida y fácilmente de realidades de niebla. Alguien ha dicho de la novela que es una distopía no apocalíptica. Y ciertamente lo es.

La narradora-protagonista es una mujer cuyo pasado aún la alcanza-, y es incapaz de desapegarse de él y de la ciudad en donde todo sucede, un puerto húmedo, cuyo sino es la niebla. Se encuentra ahorrando dinero para salir de allí hacia Brasil, pues la ciudad ha sido azotada por “El Príncipe” fenómeno que esparce un virus que se transmite por el viento de color rosa, que hace que las personas se despellejen, se les caiga la piel hasta quedar en carne viva y morir o, si acaso, quedar en un interminable estado crónico. 

Las alarmas suenan cada vez que llega ese viento que esparce, como el polen, el indeseable virus. Y digo lo del polen porque mientras leía el libro, justamente y como un paralelismo ficcional, tuve la oportunidad de acceder a un estudio a gran escala –154 investigadores analizaron datos de polen de 130 estaciones en 31 países de los cinco continentes- en el que la Universidad Técnica de Munich (TUM) y el Helmholtz Zentrum München determinaron que, cuando los niveles de polen en el aire son más altos, se pueden observar mayores tasas de infección por SARS-CoV-2. Y me pareció más que una coincidencia.

El clima es vital en esta novela: la niebla, el viento, la humedad. Un historiador indio, Dipesh Chakrabarty, dice que el clima de la historia y la historia del clima están íntimamente ligados, y que han pasado a confundirse. Porque el ser humano, como especie, se ha convertido en un agente geológico. “Así como el patriarcado es una estructura social de dominación y jerarquía sobre la mitad de la población, también hay una dominación hegemónica y una explotación sistemática del hombre sobre los animales que consiste en la destrucción y matanza sistemática.” E intuimos que el fenómeno climático de la novela es, ciertamente, producto de algún desorden ambiental generado por el hombre. 

La protagonista trabaja cuidando por temporadas a Mauro, un niño que sufre un extraño síndrome de hambre permanente. Fernanda Trías explica que ella es traductora de escritos médicos y que para la creación del personaje se inspiró en el Síndrome de Prader Willi (SPW), el síndrome de “directo al paladar”, causado por la carencia de un gen en el cromosoma 15, que hace que las personas estén todo el tiempo con hiperfagia (no se sienten nunca satisfechas) y usualmente tienen problemas de obesidad y retrasos mentales. Y ese es Mauro. 

Trías explora la relación madre-hijo/a desde una doble perspectiva: así como la protagonista tiene una relación muy complicada con su madre, también tiene una relación de madre-hijo con Mauro: ella siente el deber de cuidarlo y piensa que, sin ella el niño moriría, pues asume que está supliendo a la madre, que se limita a transportarlo y proveerlo de alimentos traídos del interior del país. 

Uno de los aspectos más fascinantes del libro es el origen de su nombre. Mugre rosa o “baba rosa” es el nombre que se utiliza en la industria cárnica para los deshechos cárnicos que se compactan para convertirlos en una masa comestible y que se puede comercializar. 

Si bien en la misma novela la protagonista nos dice que el “mugre rosa” es el “Carnemás”, un producto de proteína animal que se ha convertido en “el alimento soñado”: 20 gramos por porción en un minúsculo vasito de plástico, producido en la fábrica de carne de la ciudad-puerto, también encontramos otras referencias que podrían ser también mugre de color rosa: la descripción de un bebé rosado: “Así nacemos: un coágulo de carne, boqueado por un poco de oxígeno; una bola de mugre rosa (…)”; la niebla rosa que llega con el fenómeno de El Príncipe, las algas rosas que aparecen en el río y matan los peces.. Todo puede ser mugre rosa.

La protagonista visita a su madre en un barrio que fuera, en el pasado pre-epidémico, de familias ricas y acomodadas. Se trata de visitas desganadas y salpicadas por un pasado aún doloroso. Visita también a Max, su exesposo, en el Hospital del Puerto, un tipo cuyas remembranzas sugieren una relación de maltrato y toxicidad. En el único Hospital de la ciudad-puerto han dividido a los enfermos en crónicos y agudos, y los primeros -dentro de los que se encuentra Max- son una especie de especímenes en observación, pues los médicos intentan saber cuál es el secreto de su sobrevivencia. 

Mención especial merece en la novela la presencia de Delfa, la niñera que cuidó a la protagonista en su infancia, a quien ella eligió como su madre. Las maternidades elegidas serán tema transversal de la obra. 

La imposibilidad para cuidarse a sí misma, la imposibilidad del desapego, entrelazadas con la desolación de la ciudad -los escasos taxis sanitarios, las tiendas ocultas, los inmuebles abandonados- y de la protagonista: el encierro, los sueños raros, los recuerdos (“el recuerdo también es un residuo reciclable”), la memoria (“el pasado el presente y el futuro, todo revuelto en la misma máquina aplastadora de la memoria, en la misma batea desinfectante”), los estados alterados por la epidemia, son temas que Trías escribió de forma previa a esta pandemia que hoy nos encontramos viviendo y que son de una asombrosa similitud con la realidad (terminó de escribir la novela en diciembre de 2019). 

Más que profética, Trías se autodefine como una observadora cuidadosa de la realidad y así fue escribiendo el libro, desde 2018: transformando en una novela estas realidades, a través de un lenguaje profundamente poético, inclusive con piezas poéticas entremezcladas entre algunos capítulos – no numerados ni titulados – de la obra.

Trías es una escritora que se ha dado a conocer desde 2001, año en el que publicó su primera novela “La Azotea”, para después publicar en 2002 “Cuaderno para un solo ojo” En 2012 publica un libro de relatos llamado “El regreso”; en 2014 publica la novela “La ciudad invencible”, y en 2016, “No soñarás flores”, relato nominado a Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.

Ella estudio en el taller literario del maestro Mario Levrero -famoso por su método de usar disparadores creativos con sus alumnos – y ganó una beca que le permitió graduarse como maestra en Escritura Creativa de la Universidad de Nueva York. 

Ha sido ganadora de la Beca Unesco Aschberg (2005), del Premio a la Cultura Nacional de la Fundación Bank Boston (2006) y del Premio para escritores latinoamericanos organizado por Revista Eñe, Casa de Velázquez y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), razón por la cual se encuentra en la actualidad en Colombia, como escritora residente en la Universidad de los Andes (Bogotá).

Esta novela que hoy reseño, ‘Mugre Rosa’, ha sido escogida por el español Jorge Carrión, del New York Times, como una de las diez novelas para sobrevivir en la pandemia. Léanla en silencio, para escuchar la voz del viento rosa, la voz de ese mundo interior que Trías cree que es tan valioso que merece ser contado. 

Porque… “¿qué es el silencio? La pausa entre un pensamiento y el siguiente”. 

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