El día del libro es para muchos tanto o más importante que el día del cumpleaños. El día del libro conmemora el nacimiento del ser humano al mundo del lenguaje, a las letras trenzadas, a las palabras hechas poemas e historias, hechas memoria. Tejer el mundo, al menos para mí, significa leer, leer, leer. Y aunque mi cuerpo no se alimente de ello, sin los libros no podría vivir. Se han convertido en parte esencial de mi vida. Todos ellos: los libros no leídos, los escritos, los que prologó, los que reseño, los que abandono, los que releo, los que debo leer por auto deber. En abril, usualmente ese día, siempre recibo una rosa y un libro. 

Y así, quise saber el porqué de la rosa y del libro… y, entusiasta en mi pequeña investigación, encontré que, efectivamente, existe una bella tradición española del día de Sant Jordi (San Jorge). Y me emocioné, aún más, al saber que un pequeño gesto revive pasados que se vuelven tesoros que perdurarán para siempre en mi alma literaria.

El día mundial del libro es una fusión entre el día del libro de origen catalán y la tradición de Sant Jordi.

El origen del día del libro lo encontramos en Catalunya (España) en 1926. Se trata de una fecha cuando los astros hicieron que nacieran o fallecieran grandes hombres de letras. El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Pero también el mismo día nacieron – o murieron – otros escritores como K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla, Maurice Druon, o el colombiano Manuel Mejía Vallejo. 

Y fue idea del valenciano radicado en Barcelona, Vicente Clavel (Valencia, 1888 – Barcelona, 1967), escritor, traductor, periodista y editor que, desde la Cámara Oficial del Libro de Barcelona se dedicó a la promoción de autores españoles e hispanoamericanos. Desde 1923, Clavel le propuso la idea a la Cámara, de la que era Consejero. En la junta de la Cámara del 25 de febrero de 1925 reiteró su proposición y en 1926 fue finalmente aprobada. El Ministro de Trabajo, el catalán Eduardo Aunós, logró la firma del rey Alfonso XIII en el decreto que creó en España el Día del Libro.

Clavel fue un visionario ubicado en la ciudad y con la gente adecuada, pues su actividad editorial – bien conocida a través de su Editorial Cervantes, al decir de Eduardo Díaz-Plaja, “coincide con un excelente momento de ascenso y de empuje. Los editores barceloneses, herederos de una excelente capacidad de perfección y de industrialización de las empresas de fin de siglo – L´Avenç, Salvat, Espasa, Maucci, Henrich, Guarro, Montaner y Simón- se aprestaban a organizarse para la promoción y la proyección conjunta de nuestros libros en el camino de América. Hombres como Gustavo Gili, Mariano Viada, Rubió y Lluch, Miguel y Planas – en contacto con la Casa de América, que dirigían Federico Rahola y Rafael Vehils- constituyeron, en 1918, la Cámara del Libro de Barcelona, que enseguida encuentra un portavoz en la Cámara del Libro de Madrid. En 1922, por un decreto de José Sánchez Guerra, se declararon oficiales. En 1925, por un decreto de Eduardo Aunós, se fundieron en un Comité del Libro, patrocinado por el Ministerio de Trabajo. El libro se convierte en preocupación del Estado.”

El día mundial del libro comenzó a festejarse el 7 de octubre de 1926 en conmemoración del día del nacimiento de Miguel de Cervantes, aunque poco después, en 1930, se instauró definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro, en homenaje, ya no a la muerte de Cervantes, sino a su nacimiento. 

Día que, casualmente, coincide con el de Sant Jordi, patrono de Catalunya desde el siglo XV. La española Elena Bello nos relata: “Cuenta la leyenda que antiguamente en el pequeño pueblo de Montblanc, en la Conca de Barberà, apareció un día un malvado dragón que aterrorizaba a los vecinos. Estos, para evitar que sus ataques se convirtieran en una masacre, decidieron que harían un sorteo entre la población y le entregarían al dragón una persona cada día. 

Temprano salió elegida la hija del rey y, cuando iba a ser devorada por el monstruo, un valiente caballero llamado Sant Jordi se interpuso entre ambos. El hidalgo combatió al dragón y lo mató. De su sangre salió un rosal, del cual Sant Jordi cogió la flor más bella y se la entregó a la princesa. Este día conmemora la muerte del Santo, que tuvo lugar en el año 303.”

Y desde entonces es tradicional regalar una rosa al concluir una lectura, evento o pregón.

Por supuesto que la leyenda de Sant Jordi hoy nos asombra desde nuestro racional científico. Y más aún que haya generado tamaña tradición.

En 1995 el Día del Libro fue propuesto por la Unión Internacional de Editores (UTE), y presentada por el gobierno español a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que decidió proclamar el 23 de abril como el “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor“.

Así pues, en este día no podemos dejar de homenajear a Vicente Clavel y a San Jorge. En lugar de rosas, regalaré, pues, claveles para que, en cada lectura, cada uno de ustedes encuentre el mayor placer posible.

Y feliz día a escritores, lectores, gestores culturales, editoriales y editores, bibliotecas y bibliotecarios, librerías y libreros, profesores, escuelas y universidades, gremios, periodistas culturales, medios de comunicación, traductores, ilustradores y fotógrafos, cafés literarios, floristerías, y en general, a todos quienes se dedican al sector del libro. Reciban flores, claveles y mis mejores deseos para que cada día encuentren las más bellas letras posibles.

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