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0     Jul 24, 2023 - 10:57 am

Me encuentro en tierras canadienses, más exactamente en Kelowna, British Columbia. Unas tierras de gran belleza pobladas por una diversidad de gentes y culturas como casi ninguna otra en el mundo contemporáneo. Estar acá es como estar en un mar de creatividad. 

Así pues, me senté a redactar esta columna y me encontré con que Mónica Lavín, la escritora mexicana cuyo libro reseñaré hoy, fue escritora invitada en el Centro Banff para Artes y Creatividad,​ en Alberta, Canadá (2000),y recibió el Premio Governor General de Canadá por la promoción de la literatura canadiense en México y Latinoamérica (2010). Y para mayor delicia aún, encontré el poema que la escritora y poeta canadiense Margaret Atwood (sí, la misma de “El cuento de la criada” y “Alias Grace”) le dedicó a Mónica Lavín, Stealing the hummingbird cup, uno de cuyos fragmentos comparto con ustedes como comienzo de esta reseña. 

La copa es de color rojo oscuro,

el color de la sangre seca,

con una pluma pintada, o bien un viento,

o bien una palabra.

 

El colibrí es azul brillante.

Se posa en el borde

y hunde su pico en la copa,

bebiendo de lo que solía estar allí.

 

¿Quién lo hizo?

¿Para quién fue hecho?

¿Quién vertió qué en él?

¿Con qué placer?

 

Si tan solo pudiera robar esta copa—

¡Rompe la vitrina, lárgate con ella!

Esta copa llena de felicidad

que parece aire,

o el aliento gastado, o las sombras

en un día sin sol,

que parece nada,

que parece tiempo,

que se parece a lo que quieras.

“Yo, la peor” (Ed. Planeta, 2009) es una obra literaria escrita por Mónica Lavín, y cuyo nombre se debe al famoso escrito de Sor Juana Inés de la Cruz:

“Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz”. 

Se trata de un libro que llegó recientemente a Colombia -decisiones editoriales-, y que nos sumerge en un fascinante mundo donde se entrelazan la ficción y la realidad, y nos presenta una visión íntima y profunda de la vida de una de las figuras más destacadas de la literatura mexicana, una mujer que eligió convertirse en monja para poder dar rienda suelta a su inteligencia sin tener que someterse a la esclavitud que, en ese entonces significaba casarse: Sor Juana Inés de la Cruz.

La novela consta de 3 partes correspondientes a 3 espacios: el primero, la vida rural de la monja cuando era niña, la vida en palacio en Ciudad de México cuando era adolescente, y luego, la adultez en su vida conventual.

Mónica Lavín, nos cuenta en una amena entrevista en la pasada FILBO 2023, realiza una cuidadosa investigación histórica y literaria para retratar a Sor Juana de una manera auténtica y realista (tenía subrayados tenía todos los libros que he escrito Margo Glantz y todo lo que ha escrito Antonio Alatorre por tanto se investiga hay un sitio en internet que dirige marco glantz de la biblioteca cervantes que es sobre sor Juana entonces ahí hay muchos publicaciones recientes también averiguaciones recientes entonces, inclusive – y es de lo más valioso de la novela- desde su infancia y contexto familiar, al que dedica un capítulo completo. Figura relevantísima viene a ser su maestra de colegio, quien la promovió y la inspiró hondamente (en la novela es Refugio Salazar).  

Es importante destacar el contexto histórico en el que se desarrolla la obra. Sor Juana Inés de la Cruz vivió en el siglo XVII, una época en la que las mujeres tenían un acceso limitado a la educación y a la expresión de sus ideas. A pesar de estas limitaciones, Sor Juana se destacó como una de las escritoras más brillantes de su tiempo, desafiando las convenciones sociales y religiosas. 

A través de su narrativa, la autora logra capturar la complejidad psicológica de Sor Juana, su inteligencia y su innegable talento literario, así como su vulnerabilidad y los desafíos a los que se enfrentó en una época marcada por las contradicciones: de un lado las restricciones y condenas automáticas impuestas a las mujeres y, de otro, ciertas costumbres como que las familias criollas mandaran a sus hijas a palacio para que las educaran en todo y en las artes amatorias también.

Nos dice Lavín “cuando escribes novela de corte histórico quieres también la libertad de sospecha de otras vidas y esto me permitió suponer que pudo haber un amante en la vida de la monja”… sin que ello este documentado por supuesto pero si lo estaba la costumbre dicha de enviar a las jóvenes criollas a palacio.

Mónica Lavín se sintió motivada a escribir sobre Sor Juana Inés de la Cruz debido a su admiración por esta figura histórica y literaria que, increíblemente, comenzó en un viaje en tren por Canadá, en compañía de la historiadora Ana Benítez Muro (una de las investigadoras más connotadas en la tradición culinaria de los antiguos pueblos del altiplano mexicano) quien le compartió, a su llegada a México un recetario que se atribuye a Sor Juana. Benitez necesitaba que alguien escribiera el texto que lo acompañara y por allí, por la cocina, fue que empezó el acercamiento con Sor Juana.

Lavín se sumerge en la mente de Sor Juana, intentando comprender sus motivaciones, sus deseos y sus luchas internas. A través de su novela, Lavín ofrece una interpretación íntima y personal de Sor Juana, mostrando su humanidad y su lucha por encontrar su propio camino en un mundo dominado por hombres.

Lavín nos presenta a una Sor Juana Inés de la Cruz llena de contradicciones y pasiones. Explora su amor por el conocimiento y su deseo de escribir, así como sus conflictos internos entre su vocación religiosa y su deseo de libertad intelectual. La novela también aborda su relación con otras figuras históricas, como el virrey Antonio Sebastián de Toledo, con quien mantuvo una correspondencia intensa y ambigua.

Mónica es bióloga de formación (Universidad Autónoma Metropolitana), pero a ella le gusta decir que “fue y trabajó como bióloga” (en pasado), pues fue la literatura, a pesar de su incertidumbre,  la que la enamoró perdidamente, amor que comenzó con un taller literario impartido por el escritor argentino Mempo Giardinelli.  Así como lee apasionadamente a Chéjov, a Raymond Carver o a Ian McEwan, Sándor Márai u Orham Pamuk -, lee de la misma manera a las escritoras estadounidenses del sur de Norteamérica como Carson Mccullers o Flannery O´connor, a Truman Capote o a William Faulkner.  En castellano ha leído a la inmerecidamente conocida Mercé Rodoreda y a Carmen Martín Gaite, así como a Pérez Galdós y, obviamente, Borges, Cortázar, a García Márquez. Y en cuanto a literatura contemporánea que la entusiasma ha leído mucho a sus coterráneos como Rosa Beltrán, David Toscana, Ana García Bergua, también a la pionera Rosario Castellanos, a Inés Arredondo y no podían faltar Carlos Fuentes y Juan Rulfo. Nos dice que toda esa mezcla de lecturas, de seguro está presente como trasfondo en toda su obra.

“Yo, la peor” se destaca por su estilo elegante y poético. La prosa de Lavín es rica en detalles y evoca imágenes vívidas que transportan al lector a la época colonial de México. Además, la estructura narrativa, que combina fragmentos de cartas, diálogos y pensamientos internos, brinda una profundidad única a la historia. Es mucho más que cualquier historia o serie televisiva de lesbianismo y rebeldía.  ¡No duden en leerla!

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.