Esta columna está llena de confesiones: debo decir que, así como no había leído nada de la Nobel Louise Glück, tampoco había leído ni medio poema de la gran Anne Carson de quien la crítica dice que es la poeta viva más importante de las letras anglosajonas. Personalmente creo que hay muchas mujeres grandiosas en la literatura anglosajona como Toni Morrison o Siri Husvedt, solo por nombrar a dos de las que más me gustan.

Pero es que la canadiense Anne Carson (Toronto, 1950) es realmente un caso aparte. Es ensayista, traductora y profesora de literatura clásica y comparada en la Universidad de Michigan y lo ha sido también en Princeton y NYU. Su tesis doctoral fue acerca de Safo y se convirtió en su primer libro: ‘Eros. El dulce-amargo’ (Fiordo).

Hace unos meses, en plena pandemia fue publicada la noticia de que Carson había sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias y quise saberlo todo sobre ella y su obra. Pueden ver su discurso, de no mas de 4 min. Y un inesperado y extraño final en el que construye con el público una “nueva relación de gracia” con un poema “interactivo” en el que ha pedido la participación de todos los que la vemos y escuchamos. Y es que así es ella: una experimentadora de la palabra, un ser intertextual: su obra es ensayo, teatro, poesía, prosa, dibujo, imagen. Todo al tiempo.

Quiso la casualidad que me matriculara en un estupendo curso virtual que se llama “Mujeres que escriben” en la Universidad Icesi (Cali, Colombia), (aunque a veces quiero botar el computador por la ventana y no estar más en ninguna reunión por Zoom, Teams, Google Meet, Webex, etc,.), porque, si bien cualquiera podría creer que con un máster literario uno se las sabe casi todas, en literatura, definitivamente, uno no sabe casi nada. Nuestra profesora Alejandra Soriano ha sido una excelente maestra que solo ha traído descubrimientos a nuestras vidas: a las vidas de los 16 alumnos y alumnas que estamos fascinados con el recorrido por el que nos ha llevado de la mano, partiendo de las obras de Virginia Woolf hasta de las de escritoras colombianas de nuestros días, mujeres de las que no hemos leído mucho -como la brasileña Clarice Lispector y su ‘Viacrucis del cuerpo’ o la chilena Teresa Wilms Montt  y ‘Lo que no se ha dicho’-, o de las que probablemente hemos leído ya algo (la Wolff, y la colombiana Pilar Quintana).

Nuestra última lectura ha sido justamente ‘La Belleza del marido. Un ensayo ficticio en 29 tangos’ (Lumen, 2003), con el que Carson logró el Premio T. S. Eliot de poesía, concedido por primera vez a una mujer. Una historia con cuyos fragmentos, estoy segura, todos y todas nos podríamos identificar con alguna mala pareja o una pareja ineludible que se nos haya cruzado por nuestras vidas.

La elevada formación académica de la autora me hizo suponer que iba a enfrentarme con 29 “poemas” complejos e ininteligibles para mi básica cultura literaria. Pero me encontré con una amable sorpresa: son “relatos” en los que mezcla su vasta cultura y su amor por Keats – a quien le hace la dedicatoria del “poemario” – y por otros autores como Kafka, Proust, Homero, etc,.. con una particular sensibilidad, con unas reflexiones conscientes, en palabras resplandecientes que narran, en las voces de una mujer y de un hombre, la historia de la construcción, nunca consolidación y destrucción vital de un matrimonio, siempre en torno a la idea de Keats “beauty is truth, truth is beauty“, la belleza es verdad, la verdad es belleza. 

El deseo duplicado es amor, el amor duplicado es locura. La locura duplicada es matrimonio” nos dice Carson. La escritora deja entrever en esos tangos un profundo conocimiento de la tradición griega y latina, conectando figuras y elementos del mundo antiguo con los del mundo contemporáneo: Perséfone, Homero, Hércules entremezclados con el mundo moderno, como fábulas, parábolas de lo perenne.

Al leer el “ensayo” entramos en la cotidianidad de una pareja desde la adolescencia hasta la edad madura. La voz de la mujer nos hace sentir un inmenso dolor, un desgarramiento profundo causado por un marido mentiroso, desleal, mujeriego e infiel, descarado, un tipo que logra someter a su mujer emocionalmente pero, ante todo, bello, guapo, hermoso, que justifica su conducta -autoconfesión que hace en el tango XXVII- en su insaciabilidad (“nunca pude saciarme”, nos dice la voz del hombre), y en su no renunciar y no dejar renunciar a la mujer a su devastadora ausencia-existencia masculina.

Se trata de un “poemario” sumamente gráfico que nos hace recordar que el dibujo fue la vocación primigenia de la Carson. Una obra que constituye un experimento, tal como fue su discurso de recepción del premio español.

No podemos clasificar su libro: ¿Es prosa poética? ¿Son tangos? ¿Son poemas? ¿Son cantos? ¿Es un ensayo dramático?… Y su traductor Jordi Doce sigue sin darnos luz cuando la llama “poesía desde fuera”, por “su absoluta falta de respeto por eso que el común del mundo literario conoce como géneros, con cuyas fronteras juega sin recato”. La misma Carson nos dice: “No sé mucho sobre géneros. Esta es mi forma de pensar sobre este asunto: ¿qué pasaría si pudiera encontrar una manera de borrar la preparación, es decir, si fuera capaz de volver a la idea de antes de la idea, de extraer la forma verdadera de un pensamiento mientras aún está húmedo? Eso es lo más cercano que entiendo a la poesía. Para mí es un espacio, una pausa entre género y género, entre palabra e imagen, entre pensamiento y movimiento… Es como ese ciervo que no estás segura de haber visto al atardecer. Solo ha estado ahí un segundo y simplemente se fue”.

La profesora Soriano nos reveló en la clase una puesta en escena de los tangos de Carson durante la pandemia, auspiciada por la Fundación Príncipe de Asturias y ejecutada magistralmente por la actriz española Aitana Sánchez-Gijón y el actor José Luis García-Pérez. Después de verla, terminé convencida de que Carson había escrito la obra, no para ser leída en voz baja, sino para ser interpretada por sus 2 voces, y en voz alta.

El final del libro desconcierta y es cuando es posible entender que hasta en el desgarramiento puede haber, al tiempo, incoherencia y belleza. Nos dice Carson “Retén la belleza”. En todo sentido, en especial, el estético.

La obra se lee de un tirón, pero vale la pena darle dos lecturas en días diferentes Cuando lo hice me encontré con diferentes lecturas, sentimientos y sorpresas. Seguro que con mi tercera lectura encontraré más belleza aún. No dejen de acercarse a esta gran escritora y a la más popular de sus obras.

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