En psicología se denomina heurística al mecanismo de atajo mental que tienen todos los seres humanos y que nos asemeja a cualquier otra criatura conocida. Con ella se toman decisiones inmediatas sin razonar.

Es una de varias funciones de la mente que permiten tomar decisiones y tener opiniones. Ciertamente, de esas cosas humanas imperceptibles y al parecer invisibles.  

El gran médico, escritor y conferencista argentino Daniel López Rosetti explica que esa mecánica del funcionamiento del pensamiento rápido, ante un problema determinado, evita recurrir al pensamiento racional, para primero llegar a una conclusión y luego tomar una decisión.

En otras palabras, es una especie de memoria interna repartida por todo el cuerpo, desde el pelo hasta los dedos de los pies, y que puede resolver cientos de situaciones elementales y complejas de manera casi automática, mientras el cuerpo y la mente con su enorme complejidad resuelven millones de otros procesos al mismo tiempo.

Algunos ejemplos sencillos: montar en bicicleta, manejar un vehículo, comprar una de dos cosas al parecer iguales o el marketing político.

Veamos solo el primero: montar en bicicleta es una suerte de malabarismo y equilibrio que jamás se olvida. Pero que, si lo ve en perspectiva, es impresionante lo que el ser humano tiene que hacer al mismo tiempo para lograr lo que parece un simple ejercicio.

Llegar a ello demoró siglos. Así que permítame hacer una parada obligada.

En tan sólo 100 años, prácticamente en el siglo XX, la humanidad resolvió problemas que no había podido ni siquiera entender en 19 siglos después de Cristo e incluso 10 más, antes de él. Un conocimiento que nuevamente complicó al humano. (No deje de ver la serie Chernóbil para que se dé una idea).

Qué tal pudiéramos hacer más, ¿cómo los superhéroes? Menos mal la idea de un ‘Superman’ nace y muere en la ficción.

Continuemos, en los primeros 20 años de este nuevo siglo, el hombre viaja por turismo al espacio, se cambian las reglas sociales por el uso masivo de las nuevas tecnologías de comunicación e información y se suplen las tareas que venían haciendo desde los primeros tiempos como cocinar o curar o impartir justicia a través de la implementación de la muy desarrollada inteligencia artificial creada por el mismo hombre.

Ahora volvamos a los mecanismos del pensamiento. Otro ejemplo de esta función es el desarrollo de los talentos que cada uno tiene. Un atajo mental, que no es otra cosa que la manera en la que se pueden resolver, en fracción de centésimas de segundo, la suma de un millón de tareas específicas. Como tocar el violín, pintar o crear.

Sin embargo, añade Rosetti en su libro Equilibrio: “que si bien la heurística es el mecanismo mental que nos ayuda a evaluar la realidad de manera rápida, espontánea y no racional; muchas veces el ejercicio se hace con errores.”

Lo entendemos, recientemente. Para llegar a estas conclusiones fue necesario, como dice el argot popular: “¡que corriera mucha agua debajo del puente!”

Entiéndase esa agua como los innumerables procesos sociales, personales, científicos y culturales que nos tienen en este punto de la historia.

Precisamente, el coach y motivador internacional, Tony Robbins, se refiere a ello puntualmente cuando repite en sus conferencias y promociones que somos unos privilegiados en la medida en que otros desarrollaron el mundo que nosotros disfrutamos.

Asegura que ni usted ni yo inventamos el Internet, simplemente lo usamos; o la luz.

Piense en todo lo que hemos logrado como civilización y como cultura, pero sobre todo en el costo que ha tenido llegar hasta aquí.

Es un ejercicio interesante. Hágalo. Pregúntese por algo que disfruta hoy, algo simple, como una videollamada, o la compra de una hamburguesa con una aplicación de su teléfono inteligente inventado en 2007. O el voto libre, el reclamo de un derecho.

Volvamos al mecanismo que nos permite tomar decisiones sin usar la razón. Todas estas acciones verdaderamente complejas como escribir, leer, caminar o respirar hacen parte de un desarrollo que la gente poco valora, porque la comodidad hace que se olviden las duras reglas del planeta y la supervivencia.

Anthony de Mello, un gran sacerdote Jesuita fuertemente criticado por sus textos y reflexiones profundas, recuerda en su libro: “Despierta, la felicidad eres tú, el caso del niño más hermoso del planeta que se come un león hambriento”.

Dice que, en 10 de cada 10 casos, el felino se lo comería. Básicamente, porque así es la vida. Por eso los leones estaban en una jaula y los niños no podían estar cerca. Una bofetada de realidad.

Otro golpe de realidad lo advierte también Jordán Peterson, en su afamado libro ‘Las 12 leyes para sobrevivir al caos de nuestro tiempo’. En él asegura que precisamente, debemos dejar de compararnos personal y socialmente con otros, en cambio, deberíamos hacerlo con nosotros mismos primero.

Es un ejercicio interesante. Pregúntese: Quién era hace 10, hace 15, hace 40 años. Qué era, cómo pensaba, sentía y resolvía los problemas. 

Por qué ojo, la forma no razonada en que los humanos tomamos decisiones es tan impresionante que no contempla ni el error ni la equivocación, hasta que razonadamente después se da uno cuenta de ellos.

Por lo mismo se advierte del inmenso riesgo de los errores o sesgos cognitivos que el atajo mental incorporado en todo nuestro cuerpo puede llegar a cometer.

Debemos entender que no se puede arreglar o cambiar nada a partir de borrar lo que hemos sido, simplemente, porque usamos el atajo mental para configurar el presente y el futuro sin razonarlo. A eso están invitando la post pandemia. Lo cual es muy peligroso.

Me refiero a los discursos incendiarios de un lado y del otro que están llevando a la población Colombiana al borde del abismo, fácilmente manipulable, con mensajes mentirosos.

Los políticos usan la premisa de hablar, proponer y decir lo que la gente quiere y necesita oír. Un desastre que la gente crea cosas que lamentablemente parten de la mentira.

Los atajos mentales suelen funcionar bien, sin embargo, su simplicidad y rapidez pueden conducir con frecuencia a errores o sesgos cognitivos en los que nuestro sistema de pensamiento rápido puede caer.

Le hago esta pregunta: ¿Estas líneas, las primeras, son iguales o tienen longitudes diferentes?

Cortesía
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Al 99 % de la gente le sucede que el modo de pensamiento rápido interpreta de inmediato que las líneas horizontales tienen una diferente longitud.

Pero al acudir al pensamiento lento o reflexivo, al medir con una regla la longitud de las líneas horizontales comprobaremos que miden lo mismo. Se nota que miden lo mismo.

Rossetti lo explica bien: “Es un error, que muestra cómo a través del análisis espontáneo de un fenómeno que resulta ilusorio, llegamos a una conclusión errónea que solo se puede corregir a través del pensamiento racional que nos permite revelar la realidad de los hechos”. 

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.